Fue un crimen que generó mucho ruido y comentarios en la city tucumana y que a más de 20 años de haberse registrado permanece impune. El 2 de diciembre de 2002, Carlos Julio Albarracín dejó la oficina de la financiera Regional SA. No lo vieron nunca más. Su cuerpo fue encontrado el 17 de septiembre de 2003 en la vera del camino que lleva a Villa Nougués. Según la teoría de los investigadores, había sido asesinado de un disparo en la nuca.
Todas las hipótesis apuntaron a un solo lado: el crimen estaría relacionado con la actividad comercial y empresaria de Albarracín, y con su círculo de allegados, vinculados también a la firma de la que era socio minoritario y gerente. Habló por teléfono desde su celular y luego se perdió contacto con él. Los primeros investigadores del caso sospechaban que el contador podría haberse ido por su propia voluntad, pero siempre relacionaron su desaparición con algunos negocios aparentemente sucios de la financiera.
Con el correr de los años, se conocieron varias versiones sobre el caso. Una de ellas tenía que ver con los reiterados y misteriosos viajes al exterior que había realizado antes de ser asesinado. También se sospechó de los vínculos que podría haber tenido con el ex gobernador José Jorge Alperovich y con allegados a él que ocuparon cargos públicos durante el “alperovichismo”.
Hubo un detenido por este caso. Se trató de un hombre que brindaba servicios de seguridad en la financiera. Cuando lo arrestaron, en su domicilio encontraron una agenda que normalmente utilizaba Albarracín. Nunca se supo los detalles de cómo siguió esta causa. Su esposa e hijos, que habrían tenido una activa participación en su búsqueda, se mudaron a otra provincia.