Para Aaron Quiroga correr es una forma de desafiar los límites. Mientras muchos descansan él trabaja. Y cuando la mayoría duerme, él se entrena. Esa combinación de sacrificio y constancia tuvo su recompensa: el tucumano se consagró ganador de los 10k de la carrera de LA GACETA, en una jornada que mezcló emoción, esfuerzo y orgullo.
“Las sensaciones son muy buenas; y como había dicho con la alegría de correr en mi provincia y con el condimento de la gente que te va alentando durante todo el recorrido. Para mí siempre es especial”, contó Quiroga, emocionado por su triunfo. La ovación de los tucumanos acompañó su paso, sabiendo que detrás del número de dorsal había una historia de trabajo y superación.
El oficio y el sacrificio
Aaron trabaja como portero. Su jornada laboral arranca de noche y termina con los primeros rayos de sol, justo cuando muchos recién comienzan su día. “Salgo a las seis de la mañana, llego a mi casa, llevo a mi hijo a la escuela, cocino y trato de descansar un rato. A la tarde meto el entrenamiento, me ducho y me voy de nuevo. Es un sacrificio que uno hace porque ama el deporte y quiere seguir haciéndolo”, relató.
Pese al cansancio acumulado, el atleta no quiso perderse la competencia. “Venía teniendo un buen nivel, pero esta semana estaba algo cansado. Para mí se complica mucho por el tema del trabajo. Salgo de trabajar de noche y ya me vengo directo a la carrera, como hice hoy. Es difícil prepararse y recuperarse bien; sin embargo uno trata de dejar eso de lado y de dar lo mejor”, explicó.
Ganar en casa
A los 33 años, y con más de 15 dedicados al running, Quiroga eligió participar en la distancia que mejor conoce: los 10k. “Sabía que podía manejarla bien. Los 21 me iban a dejar muy cansado y mañana tengo que trabajar. No me iba a poder mover, ja”, bromeó entre risas.
Su historia con el atletismo empezó casi por casualidad. “Empecé en una media maratón de Lawn Tennis y a partir de ahí no paré más. Le agarré el gustito y cada carrera me motiva un poco más para ir a diferentes desafíos”, recordó.
Esta vez, además del podio, Aaron se llevó algo más profundo: la sensación de haber ganado en su tierra, con su gente alentando desde las veredas. Porque en cada zancada, el portero que corre contra el sueño y el cansancio también demuestra que, cuando hay pasión, ningún turno de madrugada puede frenar los sueños.