Edgardo “Patón” Bauza, una de las figuras más queridas del fútbol sudamericano, libra desde 2021 una batalla silenciosa contra la demencia frontotemporal, una enfermedad que afectó su comunicación y su rutina diaria, pero no logró borrar el cariño y la admiración que despierta en todos los que lo conocieron dentro y fuera del campo. Rodeado por su esposa, Maritza Gallardo, y sus hijos, el exentrenador de San Lorenzo y Liga de Quito vive hoy en un entorno de calma, afecto y recuerdos compartidos.

Gallardo relató con sinceridad cómo cambió la vida familiar desde el diagnóstico. “Al principio fue un shock. Nunca imaginas que alguien tan sano y vital pueda pasar por esto. Con el tiempo entendí que había que hablarlo, porque el silencio solo duele más”, confesó.

El diagnóstico llegó después de varios estudios, motivados por olvidos y comportamientos que llamaron la atención de su entorno. Bauza, siempre metódico y amante de la disciplina, no presentaba antecedentes neurológicos. “Él nunca fue consciente de que estaba enfermo”, contó su esposa. Hoy, el Patón mantiene una vida tranquila. “Ya no se comunica con palabras, pero siempre está de buen humor. Vive en paz, y eso nos da paz a nosotros. Todos los días recibe nuestro amor”, expresó Maritza.

El reconocimiento a su legado no se detiene. En la tradicional Noche Blanca, Liga de Quito lo homenajeó en un emotivo regreso al estadio donde fue campeón de América. Los aplausos de pie y la sonrisa del entrenador conmovieron a todo Ecuador. Poco después, el club inauguró el Centro de Alto Rendimiento de Pomasqui “Edgardo Bauza”, una muestra de gratitud hacia quien cambió la historia del equipo. “Fue muy emocionante, sentimos que su nombre seguirá vivo para siempre”, dijo su esposa.

Impulsada por ese afecto colectivo, Gallardo decidió compartir su historia en el documental La cima de la vida – el valor de la memoria, producido por la Fundación TASE, que busca generar conciencia sobre las enfermedades neurodegenerativas y el rol de las familias cuidadoras. “Estas enfermedades todavía son un estigma. Muchos se sienten solos, por eso es importante hablar y pedir ayuda”, reflexionó.

Más allá de las causas médicas -que algunos relacionan con los golpes de cabeza sufridos durante su carrera como defensor-, el legado de Bauza trasciende lo deportivo. Su paso por San Lorenzo, Rosario Central y la selección argentina dejó una huella de compromiso, respeto y pasión. “El cariño que recibe es el resultado de su manera de ser. Siempre fue honesto, trabajador y amó el fútbol con el alma. Ese será su mayor legado”, resumió Maritza Gallardo, quien lo acompaña con la misma fuerza que el Patón transmitió toda su vida desde el banco de suplentes.