Existen tecnologías que llevan años de desarrollo en prestigiosos laboratorios académicos o empresas de vanguardia y que aún no se comercializan masivamente, a pesar del potencial impacto que pueden tener en nuestras vidas. Se suelen pensar como dispositivos o proyectos revolucionarios porque pueden cambiar radicalmente aspectos productivos, científicos o culturales, pero por algún motivo aún no ven la luz. La historia de la innovación nos ha demostrado que el verdadero salto no siempre reside en la complejidad técnica de un invento, sino en el momento exacto en que este encuentra un uso simple, cotidiano y profundamente relevante para la persona común. El éxito masivo no espera la perfección, sino la claridad en el propósito.
El caso de la Inteligencia Artificial (IA) es el ejemplo más reciente y contundente. La IA ya se utilizaba hace años en funcionalidades internas —como la detección de spam en Gmail o las recomendaciones de Netflix —, pero se sentía distante. El quiebre llegó con plataformas como ChatGPT, que democratizaron un poder de procesamiento inmenso al convertirlo en un simple asistente conversacional capaz de responder cualquier necesidad del usuario. Rompió la barrera técnica y se instaló en la rutina, del mismo modo que la web se masificó cuando las primeras salas de chat transformaron la conexión en una experiencia social inmediata. Hoy, esa misma lógica está a punto de llevar a los robots a su era masiva, no como complejos humanoides de ciencia ficción, sino como simples y funcionales dispositivos enfocados en tareas hogareñas, como limpiar la casa, que prometen aliviar el tedio de la vida diaria.
Practicá una entrevista con un robot argentino para conseguir trabajo con más rapidezLa aparición del robot humanoide Unitree G1 en los estantes de Walmart en Estados Unidos quizás está a punto de marcar ese punto de inflexión. No se trata solamente de un avance técnico, sino más bien de una estrategia comercial que pretenden democratizar -al menos en las economías del primer mundo- un concepto que hasta ahora era de ciencia ficción. El precio de venta en la cadena rompió la barrera de los 30.000 dólares y ubicó al G1 en un rango mucho más accesible (con precios que inician en los 16.000 dólares en el sitio oficial y 21.600 en las cadenas de supermercados). Sí, un robot en la góndola de un supermercado.
Al igual que el acceso gratuito y sencillo a ChatGPT fue el disparador masivo para la IA, esta estrategia de precio y distribución masiva podría ser el primer indicio real de que la robótica de consumo está lista para dejar el laboratorio y entrar a nuestros hogares, convirtiendo un proyecto de vanguardia en un potencial electrodoméstico de próxima generación. En Estados Unidos, este precio es similar a lo que podría costar un auto cero kilómetro económico, por lo tanto, un consumidor podría poner en la balanza si quiere un vehículo nuevo o bien un robot para su casa.
El origen del robot
Otro dato particular de este lanzamiento es el origen del robot. A pesar de que compañías como Tesla están en la carrera por instalar a los humanoides como producto de consumo, fue la compañía china Unitree Robotics la que pudo bajar costos y presentar un asistente funcional que puede para caminar, correr y ejecutar tareas domésticas que quizás todos necesitamos. Además, presenta características físicas muy precisas, como su mano diestra con control de fuerza, pero también están impulsados con tecnología de IA que permite aprender por imitación. Es decir, el G1 puede desarrollar tareas simplemente por demostración, lo que simplifica la interacción del usuario: ya no se trata de programar, sino de mostrarle lo que se necesita. El robot aprende.
Un robot de la NASA observó lo que podría ser basura humana antigua en MarteCasi en sincronía con este lanzamiento, la última edición de la revista Time puso en su portada a un humanoide manipulando un lavavajillas y el título de dicha edición fue “Un robot en tu cocina”. La reconocida publicación por destacar a las figuras del año editó un extenso informe sobre Figure AI, una compañía que desde Silicon Valley quiere conquistar el podio de la robótica. Esta empresa, con solo tres años de existencia, atrajo inversiones de gigantes como Nvidia, Jeff Bezos, OpenAI y Microsoft, y es vista como una de las más prometedoras en la nueva generación de startups. Su CEO, Brett Adcock, no tiene dudas en afirmar que su empresa de robots será la más grande del mundo en la próxima década. El artículo de Time además destaca las prestaciones del Figure 03, el cual ya presenta un diseño más liviano, menos intimidante y, lo más importante, un costo de fabricación 90% más barato que su predecesor. Aunque su primer destino sean las fábricas, la compañía no oculta su meta: que el robot sea capaz de realizar de forma autónoma la mayoría de las tareas en el hogar para el año 2026. Al igual que el robot de origen chino, Figure opera con una red neuronal que es capaz de aprender tareas como doblar toallas a partir de un video.
Cómo comprar a Aria, la novia robot para solterosEn la cocina, en el comedor, en el jardín. Los robots parecen estar a punto de saltar a la vida cotidiana de los norteamericanos y su enfoque, basado en el aprendizaje continuo y en bajos costos, pueden ser clave para que se adapten rápidamente a los requerimientos de los usuarios. Un nuevo capítulo del futuro, cada vez más alejado de los cines y más cercano a las góndolas de supermercado.