La inteligencia artificial (IA) impulsada por herramientas como ChatGPT revolucionó la vida cotidiana. En su última versión, GPT-5, promete mejorar la experiencia de los usuarios al integrar rapidez y razonamiento profundo en un mismo asistente virtual. Sin embargo, el CEO de OpenAI, la compañía creadoa de ChatGPT, Sam Altman, alertó sobre los posibles riesgos derivados del avance de esta tecnología, especialmente en lo que respecta a la salud mental.
En una conversación con Theo Von en el podcast This Past Weekend, Altman compartió sus temores sobre las consecuencias inesperadas de la IA. "No sabemos aún de qué manera la IA impactará en la salud mental de las personas, pero sabemos que lo hará", advirtió. Esta manifestación enfatiza la creciente preocupación entre expertos y creadores de IA sobre los efectos psicológicos de las herramientas tecnológicas, que van más allá de su funcionalidad.
Privacidad y dependencia emocional
Un tema particularmente sensible que tocó Altman fue el de la privacidad. A medida de que millones de personas interactúan con ChatGPT, esta toma contacto con detalles íntimos de los usuarios, desde problemas personales hasta dilemas médicos. Lo preocupante es que estas conversaciones no están protegidas por las mismas leyes de confidencialidad que rigen la relación con terapeutas o médicos, lo que podría hacer que los datos sean accesibles en situaciones legales.
En el podcast, Altman expresó su incomodidad con la idea de que los datos compartidos podrían ser requeridos en caso de juicio. Esta falta de regulación sobre la privacidad plantea un escenario alarmante para quienes confían en la IA para resolver sus inquietudes más personales.
La dependencia emocional que los usuarios desarrollan hacia la inteligencia artificial es otra preocupación. Muchos ya interactúan con estas herramientas como si fueran una especie de confidente o incluso pareja, lo que podría generar problemas psicológicos a largo plazo, como aislamiento social o dependencia afectiva.
La competencia con la humanidad
Un momento destacado de la entrevista ocurrió cuando Altman contó cómo probó GPT-5 con una pregunta compleja, y se sintió "irrelevante" al ver cómo la IA respondía con una rapidez y precisión que él mismo no hubiera podido lograr. Esta sensación de inferioridad frente a las máquinas es cada vez más común, y podría ser una de las primeras señales del impacto negativo que la IA tendrá sobre la salud emocional y psicológica de quienes interactúan con ella a diario.
Altman también reconoció que, al igual que el Proyecto Manhattan, que dio origen a la bomba atómica, la inteligencia artificial puede tener consecuencias irreversibles que los creadores de estas tecnologías no comprenden completamente. Sin embargo, lo que más preocupa al CEO de OpenAI es la posibilidad de que la sociedad acepte ciegamente las decisiones tomadas por la IA, sin cuestionar sus consecuencias.
Altman ya manifestó en otras ocasiones que, si la IA no es manejada adecuadamente, podría "salir muy mal". Aunque las herramientas de inteligencia artificial pueden tener enormes beneficios, la sociedad debe estar preparada para los riesgos que implican, especialmente cuando se trata de la salud mental.