A las 21 del domingo 9 de agosto de 1998 una nube tóxica de ácido clorhídrico invadió un sector de Monteagudo a causa del descarrilamiento del tren Belgrano, que trasladaba 50 vagones, tres de ellos cisternas con 35.000 litros de ácido cada uno.

Los vagones volcaron en medio de un estruendo cerca de la estación, a 100 metros de la plaza principal, cuando estaba culminando la fiesta por el Día del Niño. “El tren venía pitiando desde lejos. De repente escuché como si fuera que iba en medio de un cascotal. La máquina cayó y empezó a salir un humo que nos envolvió y nos dejó ciegos. Era una cosa muy fea; me hacía lagrimear y me provocaba tos. Entré a mi casa y cerré las ventanas y las puertas. Luego nos tranquilizaron diciéndonos que el ácido no era peligroso”, dijo la vecina Petrona de Jesús Roldán.

Las autoridades estuvieron a punto de evacuar a la población pero desde ferrocarriles les informaron que el ácido estaba reducido a un 33% de su concentración y que “no era de muy alta toxicidad”. Se cavó una fosa, se desvió allí el ácido y los bomberos lo diluyeron con agua.

“Manos anónimas pusieron un clavo tirafondo (que se utiliza para fijar rieles) en el cambio de ramal sur... y eso hizo que la máquina se descarrilara”, dijo el jefe de Bomberos, Raúl Faversani.

Recuerdos fotográficos: 1960. El cine Ocean, quemado a causa de un choque ferroviario

Según el comisionado Crescencio Décima, esas “manos anónimas” eran chicos que andaban haciendo travesuras por las vías. “Seguido nos vemos obligados a realizar tareas de limpieza en las vías, debido a que muchos chicos ponen obstáculos, como piedras, troncos de árboles, hierros”, dijo. Nunca se supo si descubrieron a los traviesos.

El equipo de LA GACETA hizo el infograma que adjuntamos para explicar cómo fue el descarrilamiento.