La ilusión de conquistar el séptimo título mundial Sub 20 quedó trunca en Santiago de Chile. El seleccionado argentino cayó 2 a 0 ante un sólido equipo de Marruecos que impuso su ritmo, su orden y la potencia de su figura, Yassir Zabiri, autor de los dos goles que definieron una final en la que la “Albiceleste” nunca logró encontrar claridad ofensiva. El sueño de una nueva generación se esfumó ante un rival que entendió mejor cómo jugar los momentos decisivos.
El arranque fue un golpe inesperado. Apenas se habían jugado seis minutos cuando Zabiri, una pesadilla constante para la defensa argentina, le ganó la espalda a los defensores y definió por encima de Santino Barbi. La jugada fue revisada por el VAR y el árbitro sancionó tiro libre. En la misma acción, el propio Zabiri se hizo cargo del tiro libre y, con un remate preciso al palo del arquero, puso el 1 a 0 y encendió las alarmas en el equipo de Diego Placente.
Argentina buscó reaccionar con el carácter que la había distinguido durante el torneo. A los 23 minutos, Maher Carrizo probó de tiro libre y la pelota rozó el palo derecho del arquero Ibrahim Gomis, en lo que fue una de las pocas aproximaciones claras del primer tiempo. Sin embargo, cada vez que Marruecos aceleraba, el peligro era inminente. A los 28’, Othmane Maamma desbordó por derecha y envió un centro perfecto para Zabiri, que con una volea impecable marcó el 2 a 0, sellando una primera mitad que se tornaba cuesta arriba para la “Albiceleste”.
El conjunto argentino, fiel a su espíritu combativo, no se entregó. A los 47’, una gran jugada colectiva terminó con una definición de Gianluca Prestiani, pero el arquero Gomis respondió con seguridad. Un minuto más tarde, Mateo Silvetti, delantero del Inter Miami, ganó en velocidad y remató apenas desviado. Fueron los mejores pasajes del equipo nacional, que insinuó una reacción antes del descanso. Pero sobre el cierre, Juan Villalba tuvo que salvar en la línea lo que pudo ser el tercer tanto marroquí tras un remate de Maamma.
En el complemento, Argentina adelantó líneas y buscó arrinconar al rival. Placente intentó modificar la historia apelando a la intensidad y al orgullo, aunque la solidez defensiva de Marruecos se transformó en un muro infranqueable. A los 13’, el entrenador utilizó la tarjeta verde para pedir la revisión de una posible falta dentro del área sobre Alejo Sarco, pero el árbitro italiano Maurizio Mariani descartó el penal tras observar la repetición.
Con el correr de los minutos, el juego argentino se fue cargando de ansiedad. A los 19’, Ian Subiabre, tras un buen centro de Prestiani, tuvo la más clara: apareció solo por el segundo palo, pero su definición se fue por encima del travesaño. Era el descuento que podía haber cambiado el destino del partido, pero la pelota, fiel al guión de la noche, volvió a negarse.
Marruecos, en cambio, manejó los tiempos con inteligencia. Cedió la pelota, cerró los espacios y esperó para contragolpear. Con Zabiri inspirado, cada réplica fue un dolor de cabeza. La defensa argentina, que había mostrado firmeza en todo el torneo, debió multiplicarse para evitar una goleada. A medida que el reloj avanzaba, las piernas empezaron a pesar y la desesperación se hizo visible.
El pitazo final selló una derrota que dolió, pero que también dejó enseñanzas. La Selección Sub 20 no pudo repetir la historia dorada de los equipos de José Pekerman o Hugo Tocalli, pero mostró una camada de jóvenes con personalidad, talento y proyección. Carrizo, Silvetti, Delgado, Barbi y Prestiani son nombres que ya forman parte del futuro del fútbol argentino, y que supieron llegar hasta la última instancia de un torneo exigente.
Para Marruecos, en cambio, fue una noche consagratoria: primer título mundial Sub 20 y la confirmación de un proceso de trabajo sostenido que viene dando frutos también en mayores.
Argentina se marchó del Estadio Nacional de Santiago entre la tristeza y el reconocimiento de un puñado de hinchas argentinos. Porque, más allá del resultado, este grupo volvió a poner a la celeste y blanca en una final mundialista, recuperando la competitividad y el sentido de pertenencia.
El sueño del séptimo título quedará pendiente. Pero si algo dejó esta derrota, es la certeza de que el camino está trazado. En el horizonte asoman jóvenes con hambre de revancha, listos para escribir un nuevo capítulo en la historia grande del fútbol argentino.