El “10” volvió a las canchas. Y no es un sueño. Si quieren, los fanáticos de Lawn Tennis pueden lavarse la cara, pero esta imagen es real: Nicolás Sánchez volvió a La Caldera del Parque. Y, como pasó durante el año pasado, el entusiasmo volvió a apoderarse del ambiente. Durante la práctica de hoy, el equipo afinó los últimos detalles de cara al duelo de mañana frente a Jockey Club, que se jugará hoy desde las 16.30, en condición de visitante. En una escena casi cotidiana, el apertura se movió como uno más. Solo él, el equipo y la pelota.
El histórico apertura se integró con naturalidad. Saludó, rió, se mezcló entre los compañeros. Pero cada tanto, el tiempo parecía detenerse. En una jugada preparada, un toque sutil bastaba para recordarle a todos quién era: el pase exacto, el cambio de ritmo, el gesto de un jugador que entiende antes de actuar.
Al final del entrenamiento, se alejó del grupo y empezó a practicar patadas. La pelota se elevaba limpia, perfecta, cayendo exactamente donde él quería. Nadie hablaba; la mayoría miraba. Probó en movimiento, a los palos, al espacio.
Le acercaron la camiseta número 10 y se la probó. No será titular, pero estará en el banco detrás de Ignacio Rodríguez Prados. Y ese simple gesto -volver a vestirse con los colores del club- bastó para reencender una ilusión que parecía dormida.
Hacía apenas nueve meses que “Nico” Sánchez había decidido retirarse. El 22 de enero de 2025, lo anunció con un mensaje emotivo en sus redes sociales. “Después de muchos años de dedicación, esfuerzo y pasión, he tomado la decisión de retirarme del rugby, un deporte que no solo me formó como jugador, sino también como persona”, había escrito. Se despedía después de una temporada inolvidable. Había sido el conductor de un Lawn Tennis histórico: campeón del Regional del NOA, del Torneo del Interior y del Nacional de Clubes. En la final ante Alumni, en La Caldera, había puesto el broche dorado a una carrera colosal. Pero las historias grandes nunca se escriben en línea recta. A veces basta un llamado, una charla, una vuelta al club para que todo vuelva a empezar.
“Muy contento de estar de nuevo con el club y con los chicos. Quiero disfrutarlo”, contó después del entrenamiento. “La primera parte del año estuve muy comprometido con mis proyectos personales y viajes, y diferentes cosas a las que les dediqué muchísimo tiempo. Así que estoy feliz de volver. Fui a entrenar el lunes a la noche y volví feliz a casa por compartir con los chicos”, explicó.
La sonrisa se le nota. No es el jugador que vuelve a competir, sino el tipo que regresa a su lugar en el mundo. “Era una etapa que había cerrado con lo que vivimos el año pasado. Estoy enfocado en mis proyectos laborales y viajando muchísimo. Pero el lunes volví a conectar con los chicos, y creo que eso impulsó esta vuelta. Además de la pasión que tengo por el rugby, que es lo que más me gusta hacer.”
René Sueldo, integrante del staff de Álvaro Tejeda, lo observó con atención durante la práctica. Lo conoce de memoria, pero lo sigue admirando. “Fue a entrenar en la semana. Tenía ganas, se le notaba, y charlamos entre todos y se dio. No sé realmente sus sentimientos y pensamientos, pero a nosotros nos genera una energía muy buena”, dijo.
Esa energía se percibe. Los jugadores lo miran distinto. Los más jóvenes lo escuchan con la curiosidad de quien aprende. Los más grandes, con respeto y alegría. Su sola presencia parece contagiar algo invisible: confianza, calma, un tipo de orden que solo pueden dar los que ya vieron todo.
Su historia es parte del ADN del rugby argentino. Goleador histórico de Los Pumas, con 902 puntos (15 tries, 130 conversiones, 173 penales y 12 drops), debutó internacionalmente en 2010 ante Uruguay y participó en cuatro Copas del Mundo: Nueva Zelanda 2011, Inglaterra 2015, Japón 2019 y Francia 2023. En total, disputó 16 partidos mundialistas y sumó 156 puntos. En la RWC 2015, fue el máximo anotador del torneo.
Y aun así, pese a todo eso, ayer fue simplemente “Nico”, el de siempre. Un jugador entre jugadores, un tipo que sonríe al patear y que se emociona al volver a escuchar su nombre en el vestuario.
“La idea inicial era volver para estar cerca de los chicos, acompañar y apoyar. El lunes fue un gran entrenamiento, el miércoles también, pero no pensaba volver a jugar. Los chicos me recibieron de manera espectacular y eso me motivó aún más”, expresó.
Sánchez hace una pausa, mira la cancha, suspira. “Hasta la semana pasada estaba 100% enfocado en mis temas laborales. Pero desde que entré al club, la locura me volvió a entrar en el cuerpo”, explicó.
Lawn Tennis llega a esta etapa del año en un gran momento. Fue campeón del Anual Tucumano 2025 y está clasificado a las semifinales del Regional del NOA, junto con Natación y Gimnasia y Tucumán Rugby. El plantel luce sólido, confiado, pero el regreso de Sánchez añade algo más: una emoción que no se entrena.
En la práctica de la siesta, entre charlas, abrazos y patadas, la escena pareció un sueño compartido. Como si cada jugador hubiese cerrado los ojos por un segundo y, al abrirlos, lo viera otra vez ahí: con la 10, con el mismo gesto de siempre, con el fuego intacto.
Mañana, cuando el reloj marque las 16.30, el banco de Lawn Tennis llevará un apellido que no necesita presentación. Quizás juegue pocos minutos. Quizás muchos. Pero cuando entre, el club volverá a parpadear. Porque Nicolás Sánchez volvió a donde todo empezó. Y con él volvió la certeza de que algunos sueños, los más grandes, nunca terminan.