El último día de octubre dejó un atardecer perfecto: luz cálida, aire fresco y la expectativa de algo novedoso por venir. Alrededor del edificio del ex ingenio, el campus de la Universidad San Pablo-T (USP-T) se llenó de familias, amigos, curiosos y celulares listos para registrar el momento. Afuera, la calma de la puesta de sol; adentro, la contrapartida: vestuaristas, equipos de maquillaje, peinados, percheros que iban y venían, y estudiantes con la adrenalina de estreno. A las 20, la pasarela se encendió con “Fragmentos del futuro”, el desfile que cerró la XVI edición del Octubre Tecnológico y que, más que una muestra, funcionó como manifiesto: en Tucumán también hay moda con ambición experimental.
La Licenciatura en Diseño Textil e Indumentaria (USP-T) se plantó con una idea contundente: diversidad, innovación y práctica de taller traducidas en siluetas que jugaron con el volumen, el textil y el cuerpo. Hubo pasadas infantiles, deportivas y de lencería: hubo total denim, tejidos que desafiaron el cliché y sastrería con licencia para explorar. La fotografía amplia del elenco, con más de 150 modelos y que incluyó a la cofundadora de la Universidad, Catalina Lonac, dijo tanto como las prendas: varones y mujeres, niños y bebés, y jóvenes y abuelos en la misma pasarela.
El desfile dejó algo más que impacto visual: desplegó el mapa laboral para quienes eligen diseñar desde el Norte. La puesta no solo mostró indumentaria, sino que también mostró procesos, y ahí marcó la diferencia.
Un laboratorio a cielo abierto
“Fragmentos del futuro” propuso un viaje desde el aula al cuerpo. En primer año, por ejemplo, los trabajos prácticos de “recursos constructivos” obligan a pensar la tela plana en tres dimensiones. La consigna es clara: sin superficies lisas, con volumen real y lectura morfológica. De ese ejercicio salieron hombros florales, frunces que sugieren burbujas y líneas orgánicas que avanzaron como olas. La temática cine hizo lo suyo: una comisión acordó anclar su colección en "Avatar 2", con una materialidad que evocó el agua, la bioluminiscencia y la naturaleza expandida. La primera creación del cuatrimestre, en tanto, se inspiró en el paisaje: piedras, texturas, teñidos y desteñidos como tablero para el prototipado.
Lucas Quinteros, estudiante de primer año, resumió el proyecto como un maratón de aprendizaje: pasar de la idea al cuerpo; pulir la moldería; experimentar con la morfología y sostener el pulso de la iniciativa hasta ver la prenda caminar. Lucas sueña con lanzar su marca y perfeccionarse afuera, Milán o Inglaterra, pero ancla su deseo en una premisa local: apostar a los emprendedores tucumanos, y demostrar que los talentos necesitan escena, red y vitrinas.
La sastrería se anima
En segundo año, la sastrería irrumpió con un programa nuevo. Bárbara, 24 años, contó que aprendieron desde cero: moldería, técnicas, producción y decisiones de tejido que esquivaron el manual. El curso invitó a probar, combinar y salir de lo establecido. Las telas fueron libres y el color dejó de ser accesorio para convertirse en tono editorial. En paralelo, el proyecto de tejido sumó una base muy concreta: la carrera acercó formación específica de crochet y dos agujas, y el proceso de investigación, collage, láminas de partido y análisis morfológico encontró en la flor diente de león una metáfora de ciclo, expansión y vuelo. Resultado: prendas que no piden permiso con textura, escala y carácter.
La apuesta no se lee sólo en el resultado: se lee en el método. La USP-T habilitó máquinas, un banco de pruebas, talleres y acompañamiento docente para que cada entrega llegue a término con criterio. En la pasarela ese trabajo se refleja en piezas pensadas, meticulosas y con concepto.
Una escena que no es la de siempre
Para muchos de los modelos, casi siempre amigos y familiares, fue la primera vez en la pasarela. El comentario se repitió: “no es lo típico que se ve en Tucumán”. La novedad no pasó sólo por la ropa: pasó por el modo. Una organización amable y coordinada; una producción que corrió todo el día y una puesta que capitalizó el valor del lugar. El ex ingenio no fue un fondo: fue parte del vestuario. La arquitectura dialogó con la luz del Oeste y con la promesa que trajo este año el cronograma: after post pasarela. Es que la moda local merece fiesta, conversación y comunidad.
La diversidad también se destacó. “Ponerse ropa que no es común de usar” apareció como desafío y descubrimiento: la prenda experimental necesita un cuerpo que la pruebe y esa prueba en directo devuelve confianza. Lo que en el taller parece audaz, en la pasarela se legitima. Y lo que en las redes se comparte empieza a construir mercado.
Tres generaciones, una misma pasarela
Uno de los momentos más comentados del desfile fue el segmento “tres generaciones”: niños, jóvenes y abuelos compartieron pasarela, y confirmaron un gesto de época. La indumentaria ya no se diseña para estereotipos rígidos, sino para personas reales, con cuerpos, edades y estilos distintos.
Con el aplauso final, “Fragmentos del futuro” dejó una certeza en la USP-T: la innovación no es un lujo importado. Se fabrica en Tucumán, con horas de taller y un ecosistema que empuja. El cierre del Octubre Tecnológico encendió una imagen que vale guardar: la moda tucumana se puso los trajes del futuro y le quedaron a medida.