Marcelo Gallardo volvió a encabezar la mañana en el River Camp, como ocurre casi todos los días. A las 8 ya estaba en Ezeiza junto a su cuerpo técnico, abriendo una semana particular por donde se la mire. River atraviesa uno de los momentos más delicados de su ciclo y el próximo compromiso es nada menos que el superclásico en La Bombonera. En Núñez todos coinciden en que ese partido no se juega el domingo, sino desde ahora, en cada entrenamiento y en cada charla puertas adentro.

Luego del lunes libre que el plantel tuvo tras la caída frente a Gimnasia, el grupo retomó la actividad con trabajos regenerativos para los titulares. Sin embargo, lo más relevante no pasó por lo físico, sino por el clima y el mensaje: bajar el pulso después del golpe en el Monumental, asumir errores y encarar unidos la previa del duelo que puede modificar el rumbo del club en 2026.

Una victoria en La Boca no curará todas las heridas que dejó este año, pero sí sería un alivio necesario. Mantendría vivo el objetivo de clasificar de manera directa a la próxima Libertadores y daría combustible emocional para el sprint final del Clausura. El panorama contrario (la derrota) es lo que nadie quiere imaginar. Sus implicancias deportivas y políticas serían profundas.

Con ese contexto sobre la mesa, Gallardo empezó a analizar nombres y esquemas para jugar una final anticipada. La ausencia confirmada es la de Facundo Colidio, desgarrado, por lo que todas las esperanzas están puestas en la evolución de Gonzalo Montiel y Sebastián Driussi. Los dos comenzaron a intensificar cargas en estos días, todavía sin pelota, pero con buenas respuestas iniciales.

El caso de Montiel genera algo de optimismo. El esguince leve en el ligamento colateral medial no le provoca dolor y, aunque el DT suele evitar riesgos innecesarios, la floja actualidad de Fabricio Bustos en el lateral derecho lo posiciona como una opción concreta para recuperar solidez en esa banda.

Driussi, por su parte, atraviesa la recta final de la recuperación de la distensión que sufrió el 24 de octubre ante Independiente Rivadavia. Si se cumple el plazo de dos semanas fijado por los médicos, podría llegar con lo justo. El punto de atención es que ya tuvo dos lesiones musculares este año y el cuerpo técnico quiere evitar una recaída. Aun así, nadie descarta que aparezca, aunque sea en el banco, ante un rival al que ya le anotó en el superclásico anterior.