La semana que se despide para siempre tuvo de todo. Los tucumanos encontraron los más diversos espacios para pensar, discutir y proyectar. Se reunieron emprendedores en los que contaron sus historias y les dieron emoción y empuje a los sueños de varios centenares de jóvenes que fueron al Mercedes Sosa a escucharlos. Empresarios, emprendedores y pensadores se desparramaron al pie del cerro y descuartizaron la economía que reina y la que los desafiará en los días que vienen. Pensadores de la política y del periodismo intercambiaron figuritas en pleno centro y analizaron para dónde va y qué mensajes despliega sobre el tablero de la vida pública. Enmarcados por los viejos arcos del Mercado de Abasto quedaron un sinnúmero de ideas sobre minería, energía y desarrollo democrático.

Mientras estas actividades (hubo varias más) se convertían en verdaderos globos aerostáticos que liberaban sueños, ilusiones y proyectos, la ley de gravedad estaba en la calle tirando con gran fuerza hacia abajo. Es el freno a la esperanza. Es el conflicto del transporte público de pasajeros de Tucumán. Tiene decenas de explicaciones y de protagonistas, pero se lo mire por donde se quiera es la metáfora del fracaso. Es la misma película de siempre. No se ha cambiado el guión. Ni el principio ni el final. Hay actores y actrices diferentes por la lógica del paso del tiempo. Sólo eso.

El argumento de la obra es el mismo. Los empresarios necesitan más plata para que funcione el servicio. Se anuncian despidos. Se para la actividad. Aparece la plata y aquí no ha pasado nada hasta nuevo aviso. A veces la plata sale de la Nación, otras de la Provincia y otra del Municipio capital. Esta película los tucumanos la ven desde hace 30 años. Es exactamente igual. Claro que para verla antes iban a pie; luego, en moto; más tarde, en taxi y ahora en Uber. Lo divertido de la historia es que todos los actores se quejan de estos cambios de costumbre como si ellos no tuvieran nada que ver. Y, a algunos hasta se les ocurre que la solución es atacar el uso de esos medios de traslado en lugar de cambiar la película. Por ahí, si modifican algo, todo se transformaría. Pero, claro, la imaginación viaja en globo.

Con letra de tango

Horacio Ferrer con su poesía ciudadana alguna vez advirtió que “Ganar no está en llegar sino en seguir”. Algo de eso refiere Jorge Liotti en su gran obra “La última encrucijada”. En la búsqueda constante de entender por qué nos pasa lo que nos pasa vale detenerse en algunas de sus páginas en la que enfoca específicamente la improvisación. Analiza cómo los presidentes llegan al sillón de Rivadavia entusiasmados por haber ganado pero sin tener muy claro cómo seguir. Esto se aplica a la crisis del transporte tucumano.

Los capítulos más recientes de esta serie precisan que el anterior intendente (Germán Alfaro) se desentendió del conflicto y por lo tanto los fondos nacionales que se dejaban de poner en subsidios los fue aportando la Provincia. Los dos primeros años de gestión de Rossana Chahla siguieron por la misma senda. La improvisación volvió a salir a flote.

Se trata de un verdadero embrollo que al ganar la administración actual se conformó en llegar y no en seguir. Los sorprendió el estallido y la solución fue la misma de siempre. En este caso, en base al acta compromiso firmada, el costo es de 1.000 millones de pesos mensuales. Después de asumir ni los concejales ni el Departamento Ejecutivo Municipal se puso desde el día uno a buscar una salida imaginativa o diferente a este revoltijo que sigue sin solución y que se preanunciaba inexorablemente.

La “Lady mayor” de la ciudad no pasó precisamente su mejor semana. Venía de los sacudones post-electorales y se subió al ómnibus fantasma. Por las ventanillas asomaron todo tipo de monstruos. Adentro se la vio sola, sin respaldo político. Sus funcionarios lucieron como mozalbetes ante viejos y experimentados jugadores de truco. Las negociaciones no fueron diplomáticas, en la que el protocolo fue marcando el camino del abrazo final. Por el contrario, brilló el choque de espadas: “Estos nos tendieron una cama. No lo voy a dejar pasar. Esto no es Alemania ni Santa Fe”, llegó a decir el representante de Aetat, Jorge Berretta, inquiriendo a la secretaria de Gobierno de la Municipalidad Camila Giuliano. Con un “tranquilo, Jorge”, el presidente del Concejo Deliberante, Fernando Juri, trató de apaciguar el fuego. Días previos al acuerdo, Giuliano dijo que se conocía la película y que todo estaba premeditado, arreglado y que los “empresarios tienen otras intencionalidades detrás de esto”.

Este nuevo y repetido episodio se había desatado 48 horas después de conocerse los resultados de las últimas elecciones. En estos tiempos donde el diálogo y los acuerdos no existen, todo se mueve en base a suposiciones e interpretaciones (no los hechos) que se convierten en material acusatorio y rebatirlos se vuelven condenatorios. Eso sugieren las palabras de la funcionaria municipal. Hay “una sentencia” que ya se da como verdad en la vida política oficialista de Tucumán que consiste en que en muchos sectores donde se sacaron menos votos había dirigentes manzuristas que no habrían jugado a fondo en los comicios. Ante esa postverdad todo lo que ocurra responde a esa lógica y por lo tanto recibirán castigos. Así se vive hoy.

Si todo esto fuera cierto, el peronismo debería hacer una autocrítica porque sería una prueba de que la unidad a la que se arribó no era tal. Por el contrario, habría sido una construcción de coyuntura y no un verdadero trabajo consolidado por líderes políticos dispuestos a desarrollar un proyecto político determinado. De nuevo el fantasma de la improvisación asoma.

Espejito y algoritmos

En este nuevo paradigma en el que bailan hombres públicos y ciudadanos comunes no caben las críticas ni las miradas diferentes. A los principales actores como el mismísimo Presidente de la Nación les cuesta aceptar hasta las repreguntas. Pero este mundo donde el periodismo ha perdido su valor y puede ser callado por un fiscal sin miramientos los principales políticos por el sólo hecho de ser elegidos o tener poder se siente con derecho a imponer la verdad, cuando es sólo la propia.

Sólo se impone el relato del más poderoso. Y, los unos y los otros viven embelesados con los algoritmos que marcan el ritmo de sus vidas y de la política en base a likes y pulgares en alto y con aplausos acarreados cuando no comprados. Son los espejos en los que les gusta verse.

Los hermanos Jacob y Wilhelm Grimm imaginaron la historia de Blancanieves donde la malvada de la historia no puede contra su espejo mágico que siempre le dice la verdad. En la mitología griega la misma idea aparece en la historia de Narciso. Es tal el enamoramiento de sí mismo que termina ahogándose en el agua al tratar de abrazar la imagen de él mismo reflejada en el lago. En la política de hoy también predominan los espejos y sus protagonistas no buscan transformar la realidad sino simplemente reflejarse en ella.

La literatura sigue trayendo ejemplos que advirtieron sobre el vértigo y las mezquindades de la actualidad. Un adelantado habría sido Oscar Wilde, autor de El retrato de Dorian Gray que si se hubiera editado en estos tiempos podría decirse que buscó metaforizar cómo la política quiere mostrarse joven y perfecta mientras esconde el retrato envejecido y corrupto en el desván. Y ya que estamos divagando Scott Fitzgerald se animó a escribir El Gran Gatsby en el que la ilusión del brillo y de la fiesta permanente esconde tantas miserias.

Descontroles

En este mundo donde los espejitos vestidos de algoritmo y de verdades pocos verdaderas quedó plasmada la resolución del juez subrogante Lucas Taboada quien ordenó a la Compañía de Circuitos Cerrados al cese inmediato de la difusión por cualquier medio de todo contenido programa o publicación que injurie, desacredite, tergiverse o distorsione la actuación de los fiscales, de sus funcionarios o de los magistrados intervinientes y su abstención futura de realizar actos comunicacionales de igual naturaleza. La cautelar fue considerada una aberración inconstitucional por abogados como Diego Armesto y Mariano Bär. Cuando la propia Justicia se incomoda y restringe libertades es la sociedad la que padece las consecuencias. En lugar de responder o denunciar si se sintieron agraviados, se eligió hacer callar a quien hable.

Mary Shelley escribió alguna vez Frankestein. Es muy común que los distintos poderes públicos vayan creando y recreando sus figuras hasta que llega un momento que no se las puede controlar. Algo parecido a lo que ocurre en la recreación de esta escritora hace 227 años.

El domicilio de Dios

Al cerrar uno de los tantos encuentros refrescantes que tiene esta semana que nunca más volverá Jacobo Cohen Imach sentenció su alegría porque ya no existe más el código postal. Con esa metáfora el vicepresidente de Mercado Libre dibujaba la potencia que puede tener hoy un emprendedor tucumano, que no necesita del domicilio porteño para triunfar. Con esas palabras trataba de motivar a casi un millar de jóvenes para que suelten su imaginación y vuelen trepados a sus sueños.

“Cuando yo era chico, nadie dudaba de que Dios estaba en todas partes, pero atiende en Buenos Aires. Ahora ya no es así”, sentenció y muchos de los casos que se expusieron le daban la razón. Sólo falta que la política y sus actores lo acepten y afronten el desafío.