Boca atraviesa un cierre de año sereno tras un período turbulento, impulsado por el impacto del triunfo sobre River. En el club reconocen que buena parte de esa estabilidad se debe a Claudio Úbeda, quien asumió la conducción del equipo luego del fallecimiento de Miguel Ángel Russo y logró consolidarlo tanto en el torneo local como en la clasificación a la Copa Libertadores 2026.
“Sifón”, histórico ayudante de Russo, había estado a su lado desde su regreso al club y fue quien lo reemplazó cada vez que el técnico debió ausentarse por cuestiones de salud. Desde que tomó las riendas del plantel el 8 de octubre, los resultados comenzaron a llegar y su gestión se transformó en una inesperada historia de continuidad.
Con el respaldo del vestuario, la confianza de la dirigencia y una racha de triunfos que fortaleció su figura, Úbeda dejó de ser un interino para convertirse en el principal candidato a seguir en el cargo el próximo año. Aunque desde el Consejo de Fútbol prefieren la cautela, ya se analiza ofrecerle una extensión de contrato si el equipo mantiene el rendimiento actual.
Boca lidera el grupo A con 26 puntos, dos más que Unión, y le resta un solo compromiso (contra Tigre) para cerrar la fase regular. Si logra conservar la cima, definirá todas las series de los playoffs en la Bombonera. Y si obtiene el título, su continuidad sería casi automática.
En medio de un clima interno de calma y compromiso, Úbeda logró reconstruir la confianza del grupo y del hincha. Su perfil sereno, su manejo del vestuario y la armonía que transmite evocan el estilo de Russo. Tal vez, casi sin proponérselo, Juan Román Riquelme haya encontrado en él al entrenador ideal para liderar al equipo en su regreso a la Copa Libertadores.