A los 20 años, cuando llegó a Buenos Aires para vestir la camiseta de Huracán, Hugo Corbalán apenas hablaba. Observaba más de lo que decía, escuchaba más de lo que opinaba. En aquel vestuario cargado de experiencia, su silencio le valió un apodo que lo marcaría para siempre: “El Tumba”. Nadie imaginaba que ese pibe reservado del fondo, que prefería pasar inadvertido, con el tiempo se convertiría en una de las voces más respetadas del fútbol tucumano. Hoy, como técnico de Graneros, el ex jugador mira hacia atrás con serenidad: repasa su carrera, su paso por Atlético y San Martín, sus cuatro ascensos como entrenador y, sobre todo, su presente al mando del “Cocodrilo”.

Antes de ser “Tumba”, Corbalán dio sus primeros pasos con la camiseta de Atlético Tucumán, prácticamente sin pasar por las divisiones juveniles. Zurdo y aguerrido, el marcador central debutó con apenas 18 años y, en su tercer partido como profesional, tendría una cita con el destino: un clásico ante San Martín, el primero de la historia en el entonces llamado Nacional B. Aquella tarde, Atlético ganó 2-1 y uno de los goles fue suyo.

Ese año (1989), el equipo peleó arriba y su nombre empezó a sonar fuerte. “Era un plantel importante, había un montón de figuras. Estaban Fabián García, Salvador Mónaco, Raúl Aredes, el ‘Gringo’ (Erasmo) Doroni, que era el capitán; el ‘Turco’ (Ricardo) Salomón... también llegaban refuerzos de jerarquía como José Luis Acosta. Fue uno de los mejores equipos en los que jugué; salíamos a la cancha sabiendo que íbamos a ganar. Lamentablemente no pudimos ascender, pero era un gran grupo”, recuerda sobre aquel plantel dirigido por Hugo García.

El buen rendimiento le abrió la puerta de Buenos Aires y tuvo su primera oportunidad en Primera División. Recibió llamados de Vélez y de Huracán, pero se terminó inclinando por el “Globo”. Allí jugó ¡nueve! temporadas, casi siempre como titular. “En mi época los jugadores solíamos quedarnos mucho tiempo. Creo que debo ser de los que más partidos jugó en Huracán. Siempre estuvimos en Primera. Guardo un gran cariño por la gente”, asegura. En Parque Patricios, además, se consolidó como lateral izquierdo, luego de que una lesión de Mauricio Pineda lo obligara a cambiar de posición. “Soy zurdo, así que me adapté rápido”, sonríe.

En 1999 pasó a Racing, donde coincidió con un plantel repleto de figuras y fue dirigido por Ángel Cappa. Compartió vestuario con jugadores de la talla de Diego Latorre, Ángel Morales, el “Mago” Rubén Capria y el “Chelo” (Marcelo) Delgado. Sin embargo, su paso por “La Academia” no fue como esperaba. “Lamentablemente llegué con una lesión y no pude jugar mucho”, admite. Luego vendrían etapas en Independiente Rivadavia de Mendoza y, finalmente, su regreso a Tucumán.

Ahí tomó una decisión difícil: jugar en San Martín, el clásico rival del club que lo había visto nacer futbolísticamente. “Atlético había sido el único club tucumano en el que había jugado, pero llevaba 12 años afuera y quería volver. Primero me llamó la gente de Atlético, pero la charla no prosperó. Sabía que era un riesgo, pero lo hice con respeto”, cuenta.

El paso no fue sencillo. “Al principio me insultaban en la calle, pero la gente de San Martín me trató muy bien. Siempre di todo. En lo personal me fue bien, pero el equipo perdió la categoría”, recuerda. Con el tiempo, volvería a Atlético: “Al principio hubo algo de indiferencia, pero después me gané el respeto. No soy ídolo en ninguno de los dos clubes, pero sí muy respetado. Puedo ir a las dos canchas, la gente me saluda, y eso lo valoro mucho”.

El fútbol envejeció bien

Corbalán vivió una época dorada para el fútbol argentino: la década del 90. Compartió cancha con jugadores históricos como Ariel Ortega, Ramón Díaz y Enzo Francescoli. “A mí me tocó jugarla, así que creo que es la mejor. Pero Argentina siempre va a tener buenos jugadores. La diferencia es que en esa época los futbolistas no se iban tan rápido afuera. Jugué con monstruos que ahora sería imposible retener. Antes podíamos disfrutar más de nuestros jugadores en el fútbol local”, reflexiona.

Aun así, el ex defensor asegura disfrutar del fútbol actual. “Se juega a muy buen nivel, con una velocidad importante y grandes jugadores. Me gusta mucho verlo y analizarlo”. Y agrega: “El juego creció mucho, ha evolucionado bastante desde lo táctico y lo físico. Creo que es más fácil jugar a un ritmo más lento. A mayor intensidad, mayor técnica se debe tener, si no hay muchas cosas que los jugadores no podrían hacer”, explica.

Ascensos y sello propio

Con el tiempo, “Tumba” entendió que aquel silencio inicial era, en realidad, una forma de observar y aprender. Tras retirarse en Catamarca y disputar su último torneo con All Boys de Tucumán, empezó su carrera como entrenador. “No fue un cambio brusco, seguí ligado a lo que me gusta. En ese momento el fútbol tucumano estaba mal económicamente, y eso me desgastó. Pero siempre seguí aprendiendo”, recuerda.

Los resultados lo respaldan: ascendió dos veces con San Jorge (desde el Torneo del Interior al Federal A), con San Lorenzo de Alem (Federal B al Federal A) y con Instituto de Santiago (Torneo del Interior al Federal B). También peleó finales con Atenas de Córdoba y con Graneros este año. “Por suerte tuve la posibilidad de pelear cosas importantes, eso da tranquilidad. Nunca hay que dejar de aprender: cursos, videoanálisis, capacitaciones… me gusta estudiar y mirar fútbol todo el tiempo. También hay que tener conducta, ser frontal con el jugador y dar el ejemplo. Eso es clave”, subraya.

También formó parte de un programa de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA), dentro del área de captación de la Sub-20 del Ascenso. “Estuve casi dos años y medio en la región norte. Una gran experiencia. No me renovaron el año pasado, pero quedé en contacto con la gente. Fue un orgullo haber formado parte de un proyecto tan serio”, destaca.

Desde hace dos años y medio, Corbalán dirige a Graneros, un club joven (apenas 28 años de vida) pero con un presente prometedor. Fue subcampeón de la Liga Tucumana en 2023 y este año condujo al equipo hasta la final del Torneo Regional Amateur frente a Gimnasia de Chivilcoy. “Estábamos a un paso del ascenso al Federal A. Nos dolió mucho porque, cuando perdés, no quedás en una categoría intermedia; tenés que volver a la Liga y empezar todo de nuevo. Es un recorrido largo. Fue un golpe fuerte, pero hoy lo estamos intentando otra vez”, reconoce.

Actualmente, el “Cocodrilo” participa de la fase de grupos del Regional, en la zona 9 junto a Famaillá y Tucumán Central. “Tenemos un partido importante con Tucumán Central la semana que viene: tenemos que ganar para ver si podemos clasificar y meternos otra vez en la pelea. Al plantel lo veo bien. Tuvimos un golpe grande al perder la semifinal de Liga, se viene haciendo un gran campeonato”, valora.

De esa manera, Corbalán intenta cerrar las heridas que dejó esa final perdida y sueña con alcanzar su cuarto ascenso. El “Tumba” de aquel Huracán ya no calla. Habla con la serenidad de quien aprendió a escuchar el juego y a leerlo más allá del ruido. Hoy, con el conocimiento y la experiencia sobre sus hombros, Graneros necesita que el entrenador se sostenga como esa voz capaz de enseñar el camino; y lidere al club para conseguir nuevos éxitos.