Por Alejandro Duchini
Para LA GACETA - BUENOS AIRES
Tucumán tiene una gran referente literaria en Buenos Aires: Sofía de la Vega, nacida en San Miguel en 1993, es por estos días una de las escritoras más referenciales gracias a su reciente libro de cuentos publicado a través de Alfaguara: De los potrillos nacen ríos. Antes publicó dos libros de poemas. En su provincia, muchos la conocerán por su rol de organizadora del Festival Internacional de Literatura de Tucumán (FILT) desde 2015. Estudiante de la UNT, recibió premios y es coordinadora de talleres literarios. Tiene una gran experiencia, y sin embargo: “Viví con muchos nervios la presentación de mi último libro. Cuando me siento expuesta, me pasan esas cosas”, le dice a LA GACETA Literaria unas horas después de presentar De los potrillos nacen ríos en una librería de Palermo.
Dice también que le teme a la imagen de solemnidad que suelen ofrecer los escritores pero a la vez se siente halagada por las críticas. “Me dijeron que es un libro fresco, que en algún punto tiene un lenguaje novedoso, que deja sensaciones alegres más allá de los momentos a veces tristes de los personajes”, agrega con una sonrisa leve. Mantiene, y se nota, su tono tucumano de hablar. Extraña la provincia, de hecho su familia sigue viviendo en Tucumán. Pero su crecimiento literario le pedía destino de Buenos Aires.
En De los potrillos nacen ríos hay caballos suicidas, parejas desgastadas, curanderos. Y mucho campo, mucha montaña y mucho animal. Los relatos, entonces, reflejan a la propia De la Vega, quien vivió, además de en la capital provincial, en Tafí del Valle. Al leerla, y al escucharla, se siente que respira la provincia. “Me interesa trabajar ese territorio para diversificarlo”, explica. Y después: “En Tucumán también ocurren tragedias, cosas tremendas. En la dictadura fue muy violenta, la semilla de la dictadura fue el Operativo Independencia. Y a la vez lo que me sorprende es el humor que tiene la gente. En eso trato de trabajar cuando escribo”.
Cuando la provincia le puso un límite económico y profesional a sus aspiraciones literarias, entendió que era el momento de partir. A Buenos Aires llegó con ganas de incorporarse al mundo académico, escribir y trabajar. Hoy hace trabajos de prensa para diferentes editoriales (destaca la ayuda de sus colegas Malena Rey y Ana Mazzoni), brinda talleres literarios y se desempeña como becaria en el Conicet.
“Soy poeta”, se define al comienzo de la entrevista en la que cuenta que escribe desde sus tiempos de la escuela secundaria. Pero fue en Buenos Aires donde apretó el acelerador de la prosa: “Tal vez porque sentía que los poemas no me llenaban del todo, o por el desarraigo de estar en una ciudad como ésta. Pero lo concreto es que me anoté en un taller literario de Martín Felipe Castagnet y a partir de entonces no paré de escribir cuentos”. Ése taller, entiende ahora, fue la base para De los potrillos nacen ríos.
Se animó, desde ahí, a ponerle voces a los animales, que fue una manera de hacer hablar a su territorio de nacimiento: “Tucumán no fue muy escrito”. A eso le agregó su interés por los temas religiosos y de magia, dos contradicciones que supo amalgamar en sus relatos, en los que -por suerte- encontró una manera de divertirse. Porque escribir es también eso.
“No soy muy religiosa, pero sí soy creyente”, aclara. Tiene entre sus amigos a algunos curas y monjas. De hecho, fue una monja del colegio quien en su época del secundario le sacó de la cabeza la idea de ser ella también monja. “Me sacó sonando, fue graciosísimo, porque me decía vos tenés que estudiar letras y después fijate, pero si te gusta la literatura entonces es por ahí. Ella fue muy luminosa para mí”, recuerda. A esa religiosa la perdió un tiempo pero la reencontró (Instagram mediante) hace poco. Aún le agradece el consejo.
Su base religiosa se complementa con una marca de provincia: “En Tucumán hay una relación cercana con la cultura de las creencias populares, o sea, todo el mundo va a la bruja a consultar algo que tenga que ver con el ojeado o con no sé qué; vamos a tirarnos el cuerito y no tiene que ver con una cosa ajena a lo cotidiano, sino que es propio. Eso me interesa mucho”. En ese interés incluye sus ganas de darle voz a la provincia.
Cuestiona al sistema educativo cuando dice que “la enseñanza apunta más a los escritores rioplatenses que a los locales, o los de NOA en el caso de Tucumán. Y son cosas totalmente distintas. Los del norte del país no hablan igual que los del sur o los de Buenos Aires. Me parece muy lindo que la gente de Tucumán encuentre su tono en un libro”.
Por estos días disfruta de ver su nombre y su imagen en relación a una editorial “de las grandes”: “Recuerdo que leía los libros de Alfaguara de Julio Cortázar, Silvina Ocampo, Luís Pescetti o Tomás Eloy Martínez. Alfaguara marcó mis lecturas, incluso cuando la que me leía era mi mamá”. “La mía es una familia tradicional: papá, mamá y mi hermana”. Y agrega a una abuela que nunca falta: “Le dediqué el libro: con ella tengo una relación muy cercana”. Creció viendo a sus padres leer: “Eso me permitió explorar un montón de cosas”.
Lecturas y escrituras
De sus gustos literarios destaca sobre todos a Sara Gallardo y a Juan Rulfo. En De los potrillos nacen ríos se nota el estilo del mexicano. También se siente influenciada por Ítalo Calvino, Libertad Demitrópulos y William Faulkner. Dice que no para de leer. Al momento de esta entrevista su libro de cabecera es Temporada de huracanes, de Fernanda Melchor: “Me impactó”, suelta. Para la novela próxima a publicarse se apoyó en lecturas de antropología, arqueología e historia. Ahí puso el ojo en Bernardo Canal Feijóo: “Me parece hermosa su pluma”.
Lo que se viene es una novela que se publicaría, también por Alfaguara, el año próximo. Adelanta que tendrá “tintes religiosos” y que se ambientará en la Catamarca del Siglo 18 y tendrá entre sus personajes a la Virgen del Valle, a los indígenas y a los españoles. El protagonista es José Francisco Muñecas y la historia es tan argentina como del interior; el año pasado le valió el premio estímulo para escritores sub 40 de la Fundación Bunge y Born, Fundación Proa y La Nación.
Así que por estas horas Sofía de la Vega sigue tan emocionada por su reciente libro como expectante ante el próximo. Siente que la literatura la está tratando muy bien y que el ambiente literario “es súper amable, ameno, colaborativo”. Encontró en Buenos Aires una forma de agrandar su tan querido Tucumán, una provincia en la que siempre está, aunque sea desde la escritura.
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PERFIL
Sofía de la Vega nació en San Miguel de Tucumán, en 1993). Estudió Letras en la UNT y es becaria doctoral del Conicet. Organiza el Festival Internacional de Literatura Tucumán (FILT). Publicó los libros de poesía Blancas y plateadas (2018), La idea es vivir cerca pero no encima (2019) y Los ángeles son vacas (2025). En 2024 obtuvo el Premio Estímulo a la Escritura Todos los tiempos el tiempo en la categoría Narrativa.