Facundo Abaca escuchó por primera vez hablar de los fenómenos solares en una de las aulas del Instituto Técnico de Aguilares y algo se encendió en él. No sabía bien cómo ni cuándo, pero sí estaba seguro de una cosa: iba a estudiar Física y a viajar al exterior para entender ese universo que lo desvelaba. Ese sueño, nacido en el sur tucumano, empezó a hacerse realidad. Hoy, con 25 años, licenciado, docente y becario del Conicet, acaba de volver de China, donde ingresó con una beca completa a la Space Weather School. Aunque celebra el logro, lo piensa como un punto de partida para seguir formándose en Perú y Japón, y para traer a la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) materias que todavía no existen, como Relatividad o Cosmología, para que otros estudiantes puedan imaginar lo mismo que él imaginó aquella tarde.
La formación de Facundo es 100% pública: estudió en el ITA de Aguilares y, luego, en la Facultad de Ciencias Exactas y Tecnología de la UNT. Se recibió de licenciado en Física en 2023 y comenzó el doctorado, primero sin beca y sosteniéndose con horas de docencia. Este año obtuvo la beca del Conicet, pero ya era interino en la Facet en las asignaturas Física I y II. “El aula me dio mi primer ingreso. La docencia me salvó mientras esperaba la beca”, contó en un diálogo telefónico con LA GACETA. Aunque tiene casi la misma edad que sus estudiantes, logró construir una relación de confianza. “Al principio me sentía muy nervioso. Hoy disfruto las clases y creo que la cercanía ayuda”, agregó.
La oportunidad que lo llevó a China
Facundo se anota en todas las instancias de formación posibles, pero sólo puede viajar si obtiene financiamiento total. Así llegó a Trieste, Italia, en 2023 y, este año, a China. “Me avisaron que tenía beca completa mientras estaba en un congreso en Buenos Aires. Lo festejé con mis compañeros”, recordó. “Podrían haber becado a un chico de Asia, que les costaba 200 dólares. Mi viaje costaba 2.000. Aun así me eligieron”, observó. Para llegar al destino voló casi dos días enteros, pero dice que la experiencia valió cada minuto.
La Space Weather School es una iniciativa del International Meridian Circle Program (IMCP) en la isla de Hainan, China. Este año reunió a 42 jóvenes de distintos países desde el 10 hasta el 16 de noviembre. El campus, montado en un hotel Sheraton, funcionó con una organización impecable: cero demoras, clases intensivas y trabajo colaborativo.
A Facundo le tocó un grupo diverso con integrantes de Egipto, Rusia, Perú, Malasia y China. “Nos pidieron analizar una erupción solar de 2024 y sus efectos en la atmósfera terrestre. Tuvimos una semana para estudiar, aplicar métodos y presentar”, explicó. Su equipo quedó entre los tres mejores del programa.
China fue un desafío lingüístico y cultural. “La gente casi no habla inglés, así que me manejé con un papel con indicaciones en chino. El primer viaje en taxi me dio miedo, pero salió todo bien”, relató entre risas. Más allá de la aventura, el intercambio académico lo dejó entusiasmado. “Traje material, métodos de trabajo y una visión más amplia para enriquecer a la UNT”, señaló.
Representar a la Universidad Nacional de Tucumán fue, para él, lo más importante. “Muchos jóvenes creen que desde acá no se puede acceder a oportunidades internacionales. No es verdad. No hace falta venir de una universidad ‘famosa’. Con esfuerzo y con las herramientas que te da la educación pública, se puede”, afirmó. Facundo no duda cuando define qué significó la UNT en su vida: “me abrió las puertas a mi sueño. Todo lo que viví afuera fue posible gracias a esa formación”.
El físico de Aguilares explicó que, aunque hay materias o recursos que podrían sumarse, la base académica y las habilidades para investigar están a la altura de cualquier institución del mundo. “En ciencia no te vas a hacer millonario, pero vas a conocer el mundo. Esa frase me la dijo mi directora y la comprobé”, apuntó.
Su doctorado avanza hacia la etapa de publicaciones y prepara nuevas experiencias: una posible estadía en el observatorio de Jicamarca, en Perú, y otra en Japón prevista para 2027. “Cada viaje suma y abre puertas, pero también tengo que equilibrar con la docencia”, admitió.
Su mayor orgullo, dice, no fue el diploma colgado ni la presentación en China, sino volver a Aguilares y compartir el logro con su mamá Lidia Ferro. “Honestamente, la primera persona que se me ocurre siempre es mi ella porque siempre fue un ejemplo de esfuerzo. Son ámbitos distintos, pero desde mi casa siempre la vi esforzarse 24/7, sin cansarse nunca. Y yo aprendí de ese ejemplo”, comentó.
La historia de Facundo Abaca es la prueba concreta de que la ciencia hecha en Tucumán puede dialogar con el mundo. Desde un aula de Aguilares hasta una presentación en China, su recorrido suma una voz más en defensa de la educación pública, y se convierte en inspiración para cualquier joven que sueñe con investigar y viajar sin límites.