Ezequiel Garay, uno de los pilares de la Selección argentina subcampeona del mundo en Brasil 2014 y con una larga trayectoria en Europa, abrió su corazón y reveló el profundo “calvario” que atravesó tras su retiro del fútbol profesional. El exdefensor dejó la actividad a los 34 años, luego de un año sin club y de dolores físicos tan intensos que, según contó, le dificultaban incluso caminar con normalidad.

En una entrevista con el periodista Josep Pedrerol, Garay describió con crudeza el impacto emocional que vivió cuando colgó los botines. Consultado sobre lo difícil que fue abandonar la elite del deporte, no dudó: “Al pozo. Literalmente al pozo”, dijo. Afirmó que atravesó “un año muy, muy, muy jodido”, marcado por la tristeza, la incertidumbre y un vacío que no esperaba.

El excentral explicó que el origen de ese sufrimiento estuvo en el corte abrupto del ritmo de vida que sostuvo durante más de 14 años en clubes de alta competencia. “Vivía en un avión y en un hotel”, recordó. “Porque si no jugaba la Copa, jugaba la Champions; si no la Champions, la Europa League; si no era la Europa League, era la otra Copa… Entonces yo vivía en un avión y en un hotel. En casa estaba dos o tres días por semana como mucho”.

Ese nivel de exigencia permanente, seguido de un final repentino, fue un golpe que no vio venir. “Todo ese ritmo durante 14, 15 años, de la nada, que se corte… No estaba preparado”, confesó. 

Pese a la dureza de aquel proceso, Garay contó que logró salir a flote, y destacó el rol decisivo de las personas y actividades que lo acompañaron en la recuperación. “Gracias a Tamara (mi esposa), a mis hijos, a mi psicólogo y al bonito deporte donde estoy ahora, que es el pádel, salí a flote”, aseguró.