La expulsión de Ronald Araújo en Stamford Bridge no solo condicionó la goleada de Barcelona ante el Chelsea en la Champions League: también fue el punto de quiebre para que el capitán pidiera tiempo para atender su salud mental. El zaguero uruguayo, muy cuestionado en el último tiempo por la hinchada culé, reconoció sentirse frustrado y saturado anímicamente, por lo que trasladó a la dirigencia y al cuerpo técnico su deseo de hacer una pausa.

La situación quedó expuesta luego de que Hansi Flick, que inicialmente había justificado su ausencia ante Alavés por un supuesto “virus estomacal”, admitiera que se trataba de un cuadro personal. Araújo recibió dos amarillas en Londres: una por protestar y otra por un cruce imprudente sobre Marc Cucurella al borde del descanso. Su salida dejó al equipo expuesto y reavivó críticas acumuladas por episodios pasados en Champions.

Los reportes en España indican que fueron los propios representantes del jugador quienes formalizaron el pedido ante el club. En su círculo íntimo mencionan que atraviesa un momento delicado, más allá de la expulsión, con un desgaste emocional que viene desde temporadas anteriores. El defensor considera que lo más honesto para él y para sus compañeros es detenerse hasta recuperar estabilidad.

Un historial que pesa

La presión deportiva tampoco ayuda. Araújo arrastra señalamientos por momentos clave en ediciones recientes de la Champions: la expulsión frente al PSG en 2024 que derivó en la eliminación y la jugada final ante Inter en 2025 que permitió el 3-3 agónico previo al suplementario. A ello se suma la irregularidad de la selección uruguaya bajo Marcelo Bielsa, otro foco de tensión deportiva. Con el respaldo de Joan Laporta y de todo el plantel, Barcelona no fijó plazos para su retorno y puso a disposición apoyo psicológico. Araújo, consciente del desgaste, eligió frenar antes de que la presión lo termine de superar.