La ansiedad no siempre se expresa a través de síntomas físicos evidentes como taquicardias o trastornos del sueño. En muchos casos, este estado emocional se manifiesta de manera más silenciosa, oculto detrás de conductas socialmente valoradas como la eficiencia, la empatía o la responsabilidad. Sin embargo, cuando estas virtudes se llevan al extremo, pueden convertirse en el origen de un ciclo de estrés crónico.

La psicóloga Ángela Fernández identificó tres características de personalidad frecuentes en personas que padecen ansiedad. Según explicó, estas cualidades no deben interpretarse como defectos, sino como tendencias que requieren una gestión consciente para no afectar el bienestar cotidiano.

En una intervención difundida a través de su cuenta de TikTok, la especialista remarcó que reconocer estos patrones es un primer paso clave para evitar que interfieran en la vida diaria.

Uno de los rasgos centrales asociados a la ansiedad es la autoexigencia elevada. Este comportamiento suele desarrollarse en personas que desde edades tempranas vincularon su valor personal al rendimiento y al éxito. La necesidad de que todo resulte perfecto genera un deseo constante de control que termina agotando el sistema nervioso.

Para aliviar esta presión, Fernández recomienda trabajar la flexibilidad mental. Entender que el error es una posibilidad inherente a cualquier proceso permite que el cuerpo libere parte de la tensión acumulada por la búsqueda de una perfección inalcanzable.

Más allá del perfeccionismo, la psicóloga señaló otros factores de la personalidad que actúan como catalizadores del malestar emocional. Entre ellos, destacó la reactividad emocional alta, característica de sistemas nerviosos más sensibles que reaccionan con intensidad ante imprevistos cotidianos, donde el descanso consciente y la autocompasión resultan fundamentales.

Otro aspecto frecuente es la dificultad para establecer límites, especialmente en personas que priorizan de manera constante las necesidades de los demás por sobre las propias, lo que genera una sobrecarga emocional difícil de sostener. A esto se suma el neuroticismo, entendido como una sensibilidad profunda que requiere rutinas de calma, como la meditación, para regular el ánimo tras un contratiempo, consignó La Nación. 

En relación con quienes anteponen siempre el bienestar ajeno, Fernández fue contundente sobre la necesidad de aprender a decir que no. “Pasar a la acción y marcar fronteras no te hace egoísta, te hace coherente”, afirmó en su espacio de TikTok.

El impacto de los hábitos en la salud mental

El abordaje de la ansiedad también demanda una mirada integral sobre el estilo de vida. Especialistas de distintas áreas coinciden en que la salud mental está estrechamente vinculada con la disciplina física y biológica.

En ese sentido, el experto en longevidad de Harvard David Sinclair advirtió que los beneficios de prácticas como el ayuno se diluyen si no están acompañados por una nutrición adecuada. “No puedes comer papas fritas una vez al día y esperar vivir más años”, sostuvo, al remarcar la importancia de la coherencia en los hábitos cotidianos.

La gestión de la fatiga y el descanso aparece así como un factor clave. Comprender que la ansiedad surge de una combinación de factores biológicos, rasgos de personalidad y conductas aprendidas permite dejar de luchar contra el síntoma y comenzar a trabajar sobre las causas que lo sostienen.