Ema Gómez se fue al campo. Quería escapar de la prensa y el agobio para pasar el día sola. Allí (no precisó dónde) recordará todo lo que hizo el día que mataron al juez Héctor Agustín Aráoz, hace seis años, en Yerba Buena. Acepta hablar con LA GACETA, pero sólo por teléfono. "Lo que sí te voy a agradecer es que no me pongan esa foto horrible que sale todos los años. Hay otras que están mejorcitas; una en la que estoy de traje negro, que me llevan a hablar con el fiscal (Guillermo) Herrera. Mataría si la ponen a esa. Y quizás vendan más todavía", le dice al periodista. Y, una vez aclarados los tantos, señala: "el año que viene voy a tener oportunidad de demostrar mi inocencia".
- El juicio está próximo...
- Estoy tratando de que esto llegue a buen puerto. Espero con ansias la llegada del juicio, para que esto se aclare de una buena vez; no tengo absolutamente nada que ver con el tema. Hay muchas cosas oscuras en el caso, y yo aún no las puedo entender, como por qué no se ha investigado a cierta gente; por qué el señor Osvaldo Nieva (ex subsecretario de Seguridad) mandó a detenerme esa noche; por qué no han investigado al hijo (del juez), Agustín, porque él fue el único que lo vio ese día...
- Usted ha preferido mantener muchas cosas en reserva. ¿Hablará finalmente en el juicio?
- Estoy conversando con mi abogado (Mario Mirra), y viendo la manera en la cual trabajaremos. Va a ser un debate muy polémico, donde va a haber muchas presiones de la gente y de ustedes, de la prensa. Acá todas son hipótesis.
- ¿Le tiene miedo a esa presión?
- No. Ni a la presión ni a nadie. Ni siquiera a la gente que dice que me quiere matar. Yo simplemente voy a ir con la luz de Dios y con la verdad. Soy una persona humilde, me he criado en el campo y esto lo soporté gracias a mi familia. Tantos amigos que tenía y me he quedado sola. Pero no le tengo miedo a nadie.
- ¿Cómo es un día hoy en la vida de Ema Gómez?
- Es difícil transitar por las calles sin que la gente no te reconozca. Yo trabajé poco tiempo en la Policía y tengo el saludo de algunos de mis compañeros y de alguna gente, pero no es fácil andar por la calle portando un cartel semejante al divino (sic). Trato de apoyarme en mi familia, de salir como puedo. Pero es muy difícil vivir así.
- ¿Se arrepiente de algo de lo que hizo ese día? Como por ejemplo, los llamados telefónicos...
- Yo no tengo nada de qué arrepentirme. Lo único que tengo en mente es que se involucró a gente que nada tiene que ver. Me parece que quieren tapar el sol con un dedo y las cosas no son así.
- ¿Qué pasó con el juez Aráoz?
- Lo único que sé es que una semana antes me estuvo diciendo que las cosas no estaban bien, que estaban muy mal, y ahora estoy entendiendo por qué me decía esas cosas. Pero nunca consideré la gravedad de la situación, no entendía qué me estaba queriendo decir, porque lo decía en forma general: estaba muy deprimido, estaba muy angustiado por sus problemas familiares y laborales.