Enumerar los premios y las distinciones que recibió Roberto Koch -en el país y en el exterior- ocuparía un espacio equivalente a esta página. Hecha la aclaración, que sirve para valorar la trascendencia de su obra, la propuesta es viajar al corazón del artista: su historia, sus motivaciones y la realidad que plasma en cada una de sus creaciones. Y qué mejor que empezar por su desembarco en Tucumán, a comienzos de los 80...

- Mi viejo quería, con su espíritu de gitano, venir a Tucumán, su lugar natal. Lo seguí porque me había dicho que aquí existía una de las mejores Facultades de Artes del país. No lo pensé dos veces: quería una carrera universitaria, un título en algo que me gustara. ¿Qué más podía pedir? Llegué en pleno febrero a una pensión húmeda y calurosa. Venía del verano de Necochea, del surf, los boliches? Me costó adaptarme al clima, a la gente, a todo. Pero cuando aprobé el curso de ingreso y comencé la Facultad fui completamente feliz. Valió la pena.

- ¿Creías que ibas a ser docente?

- Se dio naturalmente. Fui ayudante estudiantil y casi al otro día de recibirme ya estaba contratado en el colegio Boisdron. Duré poco. Los alumnos me veían demasiado joven y para colmo "porteño". La pasé bien, pero empecé a sentir la necesidad de transmitir mis primeros conocimientos a personas que tuvieran mi mismo enamoramiento por la carrera de Artes Plásticas. Casi a las dos semanas rendí un concurso de auxiliar docente para Taller I y lo gané. Entonces comenzó la historia? Aprendí de mis pares mayores a tratar de ser un buen docente.

- ¿Tenés buena comunicación con los alumnos?

- Creería que sí, me gusta que pregunten, refuten, piensen; que sean curiosos, competentes en sus tareas de taller.

- ¿Es cierto que Ingeniería fue tu primera carrera universitaria?

- Hice un año entero de Ingeniería Química en Mar del Plata. Me iba bien? pero algo me faltaba. Mientras tanto, a escondidas, hacia un curso de correspondencia "AI" (antes de Internet) de dibujo de historieta llamado "Continental School". ¡Hasta me enviaron el diplomita por correo!

- El amor por el arte estaba bajo la piel del ingeniero...

- Mi viejo dudaba si lo mío era un pasatiempo o verdadera vocación... ¡incluso me puse a estudiar Biología Marina! Por fin, luego de larguísimas discusiones, le dije, por consejo de mi hermano: "si a vos no te molesta me meto en la carrera de Policía Federal y me pago los estudios de Arte". Nunca me voy a olvidar de la cara que me puso. No dijo nada, silencio total... Al otro día ya me había averiguado dónde había carreras de Arte y cuál era la mejor Facultad del país. Me pasó toda esa información, nos abrazamos y me dijo: "serás lo que debas ser, sino no serás un carajo".

- ¿El talento es innato?

- Puede ser intrínseco o heredable y también adquirido. Prefiero el último, ya que se cultiva con paciencia y esfuerzo, cualidad bastante meritoria. Pero en ambos casos se debe practicar, internalizar lo aprendido, enriqueciendo la predisposición hasta conseguir lo deseado.

- ¿Qué maestro te marcó?

- En Buenos Aires -con motivo de una beca- donde pude reconocerme discípulo del maestro Norberto Onofrio. Es todo un artista, todo un personaje. Hoy, con 83 años, es normal verlo grabar, pintar y esculpir con la pujanza de un joven. Y siempre con una natural y creíble humildad.

- Dibujo, pintura y grabado.... faltó escultura. ¿Por qué?

- Será que aún no he grabado, dibujado o pintado lo suficiente. Cuando lo necesite lo tal vez lo haga, dependerá de las ideas por venir. Lo que no descarto es la incursión en el terreno del objetualismo, con ciertos caminos hacia la instalación. Me seduce la papiroflexia u origami.

- ¿Hay un momento en el día especial para crear?

- Casi siempre cuando baja el sol, y hasta que aparece de nuevo. Con música o en silencio? Con café. Y con los cigarrillos que se consumen solos en el cenicero.

- ¿Sos autocrítico con tu obra? ¿Alguna vez dijiste "yo no puedo haber hecho esto"?

-Me preguntaría: ¿alguna vez no lo dije? Con el tiempo estoy aprendiendo a ser más condescendiente conmigo mismo; es más saludable y reconfortante. Hay que gozar el hecho creativo, no padecerlo.

- Ganaste los Grandes Premios Nacionales. ¿Qué te mueve a seguir presentando tu obra en los Salones?

- A veces envío obras a varios salones, más que nada internacionales, y ya el hecho de ser seleccionado es reconfortante. Al participar junto con otros colegas, muchos de ellos jóvenes y talentosos, me expongo a perder. Quizás sea ese riesgo de probarme a mí mismo, más allá de resultados o "cucardas" y galardones. Que son reconfortantes, claro, pero no "consagran". La competencia no se mide por el premio de ayer sino por el hacer de hoy, y en ese proceso creativo residen temporales momentos de felicidad. Muchas veces no asisto a recibir un premio o a la inauguración de las muestras donde expongo. Mas allá de una cierta fobia a las reuniones sociales muy concurridas, quizás estaré preparando mi obra para que me sobreviva. Además, sé que una vez expuesta, ella es pública. Pero yo no lo soy.

- ¿Se puede vivir del arte?

- En estos tiempos y en estas latitudes, salvo contados casos, es bastante difícil. No obstante, hay artistas que viven dignamente alternando su ocupación como docentes y como productores.

- ¿Hoy le darías las gracias a la maestra de la primaria que te alentó a dibujar?

- ¡Ya lo hice hace tiempo! Por carta con dibujitos y luego personalmente con un sentido abrazo.

- ¿Por qué no te fuiste a Europa a pesar de haber recibido ofertas concretas?

- Recibí cinco ofertas de becas: dos a Canadá y tres a Europa. ¡Hasta tengo guardado como recuerdo el pasaje vencido a París! También me llegaron dos invitaciones con gastos pagos para el continente asiático. ¿Por qué no las aproveché? No sé; no se dio. Lo pensé muchas veces... tendré que elaborar ese tema. Quizás si viene otra oferta ya no dude tanto. Mientras tanto mis obras viajan por mí.

- ¿Hubiera cambiado la imagen en la obra si tuvieras que producir para un mercado europeo?

- El entorno modifica en parte mi concepción o "asociación" estética. Si viviera en Mallorca o en París se podría dar tal circunstancia. En el terreno comercial, no suelo trabajar para el mercado. Respeto a quienes lo hacen, pero no es cómodo pintar para vender, prefiero que compren lo que pinto. Las galeristas que manejan mi obra son muy respetuosas al respecto. Así y todo, por suerte, mis obras tienen buena aceptación de venta.

- Si tuvieras que elegir una obra tuya, ¿cuál sería?

- Hoy elegiría una pintura titulada "Asociación (IX)", del año pasado. Más allá de su resilente iconografía, una especie de "casa-caracol", fue realizada en un momento muy especial que me tocó afrontar en la vida.

- En la película "Medianoche en París", de Woody Allen, el protagonista retrocede en el tiempo y comparte una mesa de café con sus ídolos? ¿Con qué personajes del arte te hubiera gustado charlar, café y cigarro de por medio?

- Con Francis Bacon y Lucian Freud, a quienes no idolatro; los admiro. Estaría bueno hacer un café con ellos y escucharlos durante horas.

- A la jubilación para los artistas ganadores de grandes premios no podés cobrarla. ¿Te parece justo?

- Sucede que al ganar el Gran Premio de Honor tan joven (tenía 35 años) se hizo más larga la espera. Se cobra recién a los 60 años. Personalmente me honró ganarlo, pero en cierta manera también fue un perjuicio, porque desde 1998 no puedo participar en ninguna especialidad del Salón Nacional.

- ¿Qué le agradecés a la vida?

- Haber disfrutado el amor de mi madre. Tener al viejo que tuve y haberlo escuchado. Tener un hijo llamado Brian. Hacer lo que me gusta y no considerarlo trabajo, sino sana ocupación. Tener una compañera de vida llamada Celeste. Las malas/buenas cosechas, disfrutar el trayecto hacia las cosas. Y el estar aprendiendo mucho; por ejemplo, que la vida es un chiste cortito y no hay que tomarlo en serio.