No suele recordarse, entre quienes gobernaron Tucumán en el siglo XIX, el nombre del doctor David Zavalía. Hijo del gobernador y constituyente Salustiano Zavalía y de doña Genuaria Iramain, nació aquí en 1841. Se doctoró en Jurisprudencia en 1862, en la Universidad de Buenos Aires, con una tesis de largo título en interrogación: "¿Quedará preservada la dote del vicio de inoficiosa, si al tiempo de su constitución cabe en la legítima, aunque exceda en ella al de la muerte del padre donante?".
Vuelto a su provincia, fue miembro decidido del partido liberal y peleó en 1862 en la batalla de Río Colorado, contra los "federales". Según recuerda "Tucumán Literario", en medio de la acción resolvió bajar del caballo y batirse a pie, "en el puesto de más peligro". Luego fue diputado a la Legislatura y posteriormente fiscal de los Tribunales, hasta 1866, en que fue cesanteado por mitrista.
Cuando, al año siguiente, el gobernador Wenceslao Posse fue derrocado y obligado a renunciar, el nuevo mandatario, coronel Octavio Luna, nombró ministro de Gobierno al doctor Zavalía. Y meses después, cuando Luna partió a Salta en campaña contra la montonera, Zavalía asumió como gobernador delegado.
Era famoso por su generosidad. Según "Tucumán Literario", nunca "hombre alguno adquirió en Tucumán la popularidad y el prestigio de que gozaba"; sobre todo entre los artesanos, "que tenían por él idolatría". Luego lo designaron juez en Buenos Aires, y se trasladó a vivir allí con su esposa cordobesa, Isolina Torres Cabrera, y su hijo. Falleció en la Capital Federal, el 25 de febrero de 1889, este tucumano a quien Gaspar Taboada evoca como "inteligente, prestigioso y decidido, valiente y patriota".