¿Cómo gambetear con la mirada lo evidente, si los delanteros argentinos no pudieron hacerlo con los defensores bolivianos? ¿Cómo salir a defender la actuación del equipo de Alejandro Sabella si los de Gustavo Quinteros dieron una clase de cómo hacerlo? Es complicado explicar que con el empate de ayer, 1 a 1, la Selección Nacional concluya tres partidos sin poder ganarle a los del altiplano, pero habrá que hacerlo. Después de todo, en la misma disyuntiva se habrán metido los visitantes al preguntarse: ¿cómo evitar una goleada ante el mejor jugador del mundo y compañía? Si ellos pudieron, lo intentaremos.
Lejos unos de otros, los hombres albicelestes nunca pudieron propiciar un tránsito fluido de la pelota y darle onda verde para llegar al arco de Carlos Arias de la mejor manera posible. Como siempre, todos esperaban las clásicas apiladas de Lionel Messi que nunca llegaron. Pese a eso, el rosarino se mostró participativo en el primer tiempo, algo que cambiaría radicalmente en el complemento.
Del lado boliviano, la anterior presentación en La Plata, por la Copa América dejó en claro que no es sólo la altura de La Paz la que complica a los argentinos: su orden defensivo va más allá de los metros por sobre el nivel del mar. Ese orden que ni Javier Pastore, ni Ricardo Alvarez pudieron quebrar con la sorpresa que llevan generalmente en los clubes dónde juegan.
Para colmo, cuando Gonzalo Higuaín se había iluminado y la había mandado a guardar, el ecuatoriano Carlos Vera volvió atrás la jugada por un foul hacia Messi, desoyendo la norma que obliga a dejar seguir en caso de ventaja para el equipo que recibió la falta.
Marcelo Martins, en el segundo tiempo, empezó a provocar las caras de preocupación en las tribunas. Argentina caía 1 a 0 y si no fuera por la furia con la que entró Ezequiel Lavezzi, se hubiese ido derrotado. Ya que aunque tuvo más chances, nunca supo cómo lastimar a Bolivia. ¿Qué habrá que imaginar entonces para con Colombia? La respuesta la contestarán los jugadores, el martes.
Lejos unos de otros, los hombres albicelestes nunca pudieron propiciar un tránsito fluido de la pelota y darle onda verde para llegar al arco de Carlos Arias de la mejor manera posible. Como siempre, todos esperaban las clásicas apiladas de Lionel Messi que nunca llegaron. Pese a eso, el rosarino se mostró participativo en el primer tiempo, algo que cambiaría radicalmente en el complemento.
Del lado boliviano, la anterior presentación en La Plata, por la Copa América dejó en claro que no es sólo la altura de La Paz la que complica a los argentinos: su orden defensivo va más allá de los metros por sobre el nivel del mar. Ese orden que ni Javier Pastore, ni Ricardo Alvarez pudieron quebrar con la sorpresa que llevan generalmente en los clubes dónde juegan.
Para colmo, cuando Gonzalo Higuaín se había iluminado y la había mandado a guardar, el ecuatoriano Carlos Vera volvió atrás la jugada por un foul hacia Messi, desoyendo la norma que obliga a dejar seguir en caso de ventaja para el equipo que recibió la falta.
Marcelo Martins, en el segundo tiempo, empezó a provocar las caras de preocupación en las tribunas. Argentina caía 1 a 0 y si no fuera por la furia con la que entró Ezequiel Lavezzi, se hubiese ido derrotado. Ya que aunque tuvo más chances, nunca supo cómo lastimar a Bolivia. ¿Qué habrá que imaginar entonces para con Colombia? La respuesta la contestarán los jugadores, el martes.