12 Noviembre 2011
OLOR A CATÁSTROFE. No fue el fin del mundo para Sabella, pero el 1 a 1 con Bolivia pegó en el palo de serlo.
BUENOS AIRES.- Que era místico, que era una fecha única en 100 años, que el simbolismo dice que el 11 es el número de la paz, miles de cosas se dijeron sobre este 11 de noviembre, menos que era el ideal para ver a la Selección. Pero, a decir verdad, no lo fue. Es que este empate no ayuda; todo lo contrario. Condiciona un arranque demoledor en el debut ante Chile, y ratifica una gran cantidad de dudas en lo grupal después del 1 a 1 contra Bolivia, al igual que en la caída 0-1 contra Venezuela.
De nueve puntos, haber embolsado cuatro es demasiado poco para un equipo que cuenta con el mejor del mundo entre sus filas. Messi no fue Messi ayer ni tampoco varios de sus compañeros supieron avalar su nombre y apellido. Y por qué pasa esto. No sabe no contesta. Las fallas, algunas infantiles como lo fue el error de Martín Demichelis en el festejo de Martins, son moneda corriente dentro de un plantel que no debería sufrir por eso. La obsesión de Sabella por tener cada pata de la mesa ajustada no se refleja durante los 90' de sus discípulos. Argentina duda y pierde; duda y lamenta un gol en contra; duda y sufre por no poder romper ejes defensivos compactos. O sea, la Selección termina nadando en un mar de dudas, gestadas por sus propios integrantes. Es raro, pero real.
Lo preocupante de esta historia es que los márgenes de paciencia tienden a perderse, a desmoronarse cuando el triunfo no hace acto de presencia. ¿Hubo un paso atrás respecto de la goleada a los transandinos? Hubo un paso adelante en referencia a la derrota con Venezuela? La respuesta ideal declara una mezcla de ambas preguntas. Las grietas defensivas se convirtieron en ventanales, pero la reacción para equiparar el partido también fue notoria. Lo que no fue así fue el no saber romper las líneas bolivianas, hoy, un combinado nacional con tinte de "cuco" para los albicelestes. De los últimos tres partidos, la Selección no ganó ninguno. La bailaron con un 6 a 1 en La Paz y después salió en tablas ayer y en la Copa América. Dos 1 a 1 con gusto a nada.
En definitiva, será cuestión de esperar alguna alineación planetaria, tal vez un designio de algún Dios, o bien "un día con mejor suerte" para poder ver a una celeste y blanca demoledora.
De nueve puntos, haber embolsado cuatro es demasiado poco para un equipo que cuenta con el mejor del mundo entre sus filas. Messi no fue Messi ayer ni tampoco varios de sus compañeros supieron avalar su nombre y apellido. Y por qué pasa esto. No sabe no contesta. Las fallas, algunas infantiles como lo fue el error de Martín Demichelis en el festejo de Martins, son moneda corriente dentro de un plantel que no debería sufrir por eso. La obsesión de Sabella por tener cada pata de la mesa ajustada no se refleja durante los 90' de sus discípulos. Argentina duda y pierde; duda y lamenta un gol en contra; duda y sufre por no poder romper ejes defensivos compactos. O sea, la Selección termina nadando en un mar de dudas, gestadas por sus propios integrantes. Es raro, pero real.
Lo preocupante de esta historia es que los márgenes de paciencia tienden a perderse, a desmoronarse cuando el triunfo no hace acto de presencia. ¿Hubo un paso atrás respecto de la goleada a los transandinos? Hubo un paso adelante en referencia a la derrota con Venezuela? La respuesta ideal declara una mezcla de ambas preguntas. Las grietas defensivas se convirtieron en ventanales, pero la reacción para equiparar el partido también fue notoria. Lo que no fue así fue el no saber romper las líneas bolivianas, hoy, un combinado nacional con tinte de "cuco" para los albicelestes. De los últimos tres partidos, la Selección no ganó ninguno. La bailaron con un 6 a 1 en La Paz y después salió en tablas ayer y en la Copa América. Dos 1 a 1 con gusto a nada.
En definitiva, será cuestión de esperar alguna alineación planetaria, tal vez un designio de algún Dios, o bien "un día con mejor suerte" para poder ver a una celeste y blanca demoledora.
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