El agrimensor español Juan de Cominges (1833-1892) se radicó en el país en 1872, tras un par de años pasados en el Uruguay. Era, dice Vicente Cutolo, "hombre de erudición dispersa, teórico" y de "una pasmosa verbosidad". A poco de llegar, el presidente Avellaneda lo nombró director del Departamento Agronómico del Colegio Nacional de Tucumán.
Chocó pronto con la fuerte personalidad del rector José Posse y al fin abandonó el cargo. Volvió al Uruguay, hizo periodismo, experiencias con tabaco y ejerció la docencia. De regreso en la Argentina, se dedicó a cultivos y exploraciones, además de escribir largamente sobre la protección de las selvas. En 1886, tornaría a vincularse brevemente con Tucumán.
El ingeniero Antonio M. Correa quería mejorar la industria tabacalera tucumana, "descuidada o estacionaria". Entró en contacto con Cominges, entonces inspector del Departamento Nacional de Agricultura. Este propuso que lo contratasen para dirigir plantaciones de la variedad "habano" de tabaco. Se necesitaban inversores pero, le advertía Cominges, "no me atrevo a decir que goce de muchas simpatías en Tucumán, lo que debo a que soy seco y terminante para decir la verdad": su único amigo era el padre Gregorio Zavaleta. Pensaba que "el negocio del tabaco, bien hecho, lo considero mejor que el del azúcar".
La iniciativa quedó en la nada. Correa no consiguió los inversores. Esto porque, escribió a Cominges, "el egoísmo acude en el acto" si "se trata de asuntos que pueden ser más tarde negocios". Hemos consultado la interesante correspondencia Correa-Cominges, por gentileza de la señora María Nelly Correa, nieta del ingeniero.