El día fue raro. O no tanto, depende de cómo se lo mire. No es raro que un jugador con el ranking y el potencial del croata Marin Cilic gane un partido de visitante. Sí lo es que el derrotado, de local, sea ni más ni menos David Nalbandian, casi un seguro contra todo riesgo en el ambiente copero.

No es raro que a David le cuesten los traslados en polvo de ladrillo. Sí lo es que el cordobés, modelo 2012, pueda sostener durante cinco horas semejante intensidad. Y no es raro que haya tenido diversas ventajas y oportunidades; lo extraño es que, una a una, todas se le hayan escurrido. Lo cierto es que Cilic adelantó a Croacia tras un desarrollo desparejo en supremacías y muy inestable, en nivel. Juan Martín del Potro, ante Ivo Karlovic, marcó la pauta de entrada, sufrió para levantar tres set point en el tie-break del segundo parcial y se paseó con autoridad en el ratito que duró el tercero y último. A medialuz, contra el reloj del día y enfrentando algún inconveniente físico, el tandilense le puso el broche de 6-1 a su triunfo y, en cierto modo, neutralizó el impacto anímico de la caída inicial.

Hoy, día de dobles. Día de un punto que puede valer doble y derramar su efecto sobre un domingo que, mirándolo desde el despertar de este sábado, se presenta absolutamente impredecible.