A él le gusta poner incómodo al lector, contándole historias truculentas o escandalosas. Ella, en cambio, es una apasionada de la poesía y de la cultura árabe. Los dos conducen desde hace varios años un taller literario -para todo público- donde los sueños y los libros son el fuego que enciende la mecha de la creatividad. Amira Juri y Lorenzo Verdasco, ambos docentes universitarios y escritores, convocan al duende de la imaginación todos los viernes a las 19 en la Sociedad Sirio Libanesa. Dicen que un taller literario te puede enseñar a mirar las cosas de un modo diferente.
"Generalmente empezamos con la lectura del texto de un autor raro. Si se trata de un autor famoso, como Borges, se estudia un aspecto raro de Borges, algo de él que no se conoce bien. La cuestión es huirle a lo ya trillado -explicó Verdasco-. En la segunda hora se da la consigna de escritura, y luego se analizan los textos escritos por los talleristas".
Por su parte, Amira Juri -académica de la filosofía- aconseja a los talleristas que narren los sucesos sin involucrar su propia interioridad. "Les pido que no escriban de manera 'amorosa' y llena de adjetivos, hablando de las propias emociones, sino que cuenten y describan de forma objetiva para que sea el lector el que se emocione o reflexione por su cuenta", afirmó.
Las inscripciones para el taller, auspiciado por la UNT, se encuentran abiertas.
En su página de Facebook, Verdasco publica sus textos, los de sus alumnos y también ensaya una definición de lo que es el escritor: "uno escribe cosas que la gente siempre tuvo adentro pero no se daba cuenta. Los textos que dicen cosas que la gente ya sabe no los lee nadie. Por eso es tan importante que el taller te ofrezca un ángulo distinto para atravesar la realidad; ojo, que no hablamos de interpretarla ni de trasformarla, sino de pasar por ella como pasa un cuchillo por la carne o un misil por el espacio: coagulando una atmósfera muy particular".
Tal como ocurre en sus relatos, el humor de Verdasco suele ser sumamente irónico. Como ejemplo, contó una anécdota: "había una señora que nos prestaba la casa en Yerba Buena para hacer el taller, y nos quería imponer textos de Gardel, autor del que ella era fanática. Un día, por bromear, llevé para leer un poema sobre Gardel (de Oscar Steimberg) que terminaba así: La vieja, no sé si era francesa / El viejo, no sé si era un milico / Gardel, no sé si era uruguayo / El tango, no sé si es argentino... La señora nos dijo que necesitaba la casa en ese horario, que nos buscáramos otro local".