El agua es el principal condicionante de la producción de soja en el Noroeste del país. Entre las técnicas empleadas en la región para mejorar la eficiencia del uso de este recurso, se destaca el empleo de la siembra directa, que actualmente abarca más del 95% de la superficie destinada a la oleaginosa.
La rotación con gramíneas es una práctica determinante para la acumulación de agua en el suelo. El incremento del rastrojo en superficie influye en las condiciones físicas del suelo, mejorando la estructura del mismo. Por lo tanto, favorece la infiltración del agua de lluvia, disminuye el escurrimiento y mejora el balance de carbono en el suelo.
Por otro lado, la rotación favorece la disminución de enfermedades, plagas y malezas, generando consecuentemente menores costos de producción.
Estas acciones generan, además, un incremento de la productividad del cultivo de soja, que tiene como antecesor maíz del orden de un 20%, a valores en algunos de los casos mayores dependiendo de otros factores.
Con estos beneficios, uno de los puntos débiles que se registra aún dentro de la cadena de producción de la oleaginosa en el NOA es la dificultad para establecer un sistema de rotación estable. La práctica se realiza en menos de un 10% del área, cuando los valores recomendables para el NOA están entre 20 y 50%.
Es probable que por los fuertes incrementos de precios que está experimentando el maíz, la situación mejore y se incrementen los porcentajes de rotación.