ROMA, Italia.- Pese a sus 85 años, la salud del Papa Benedicto XVI no atravesó grandes sobresaltos en los últimos años. "Por la edad avanzada (85 años), no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio", fueron sus palabras, al momento de anunciar que dejará, el 28 de febrero, su cargo como máxima autoridad de la Iglesia Católica.
El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, se encargó de informar hoy que la salud del Pontífice no fue lo que motivó su dimisión. Sin embargo, desde su entorno se dijo que había perdido, hace un tiempo, la visión de un ojo, y que no tenía el ánimo para seguir el ritmo que tuvo su antecesor, Juan Pablo II, de acuerdo a lo que consignó el diario español Lainformación.com.
El primer mal paso para Joseph Ratzinger fue el derrame cerebral que sufrió en 1991, cuando tenía 64 años. Aunque quedó con leves secuelas en el rostro, pudo recuperarse de manera satisfactoria. Al año siguiente, su salud afrontó un sacudón mayor: durante unas vacaciones se cayó en el baño y se golpeó la cabeza. Los médicos que lo asistieron tuvieron que hacerle 10 puntos de sutura. En 2009, volvió a tener otro accidente que le costó una fractura en la muñeca. Por esta razón tuvo que operarse, publicó el diario español Abc.es.
En la mayor parte de sus ocho años de pontificado, Benedicto XVI no padeció enfermedades serias que le impidieran desarrollar sus actividades. Pero el padre Lombardi explicó que la decisión del Papa estaba relacionada con el progresivo deterioro de su fortaleza. "En los últimos meses, ha visto un declive en el vigor, tanto de su cuerpo como de su espíritu", explicó. (Reuters - Abc.es - Lainformación.com)