"Arranque con las gestiones para que el clásico por la Copa Argentina se juegue en Tucumán". El mensaje que llegó desde la Casa de Gobierno cambió el ánimo de los dirigentes de Atlético y de San Martín. Con ese guiño político, ya no será imposible salvar el papelón que tanto malestar generó entre los futboleros de estas tierras.
Las posibilidades de que el clásico no cruce las fronteras cobraron fuerza desde que Catamarca, donde supuestamente se debe disputar el cotejo, anunciaran que no estaban tan decididos a realizarlo. "Necesitamos garantías de seguridad para organizarlo. No vamos a poner en riesgo a los hinchas tucumanos ni a los catamarqueños. Queremos que esto sea una fiesta", aseguró Maximiliano Brumec, secretario de Deportes de la vecina provincia.
Esa postura alentó a los tucumanos a intentar cambiar el rumbo de la historia. Pero no hay tiempo para perder. Los directivos saben que el trabajo será duro y el 6 de marzo, fecha en la que fue programado el duelo, no está muy lejana. Mario Leito, presidente de los "decanos", ya comenzó los contactos con Julio Grondona, presidente de la AFA, para que los ayude en esta gestión. Él, junto a un dirigente "santo" mantendrán reuniones con los representantes de Santa Mónica, empresa que está encargada de organizar el certamen. Entre mañana y el jueves, estarán en Buenos Aires.
"Tenemos todas las chances de lograr que el partido se quede en la provincia. Las negociaciones no serán sencillas, pero tenemos mucha confianza", aseguró Leito, que no dijo ni una palabra sobre el apoyo del Gobierno de la provincia en las negociaciones. "Creo que tenemos argumentos sólidos para conseguirlo", agregó.
El mandamás "decano" no dio demasiados detalles sobre cuál será su estrategia, pero ya se conocen algunas líneas de trabajo. Desde hace varios días que, junto a sus pares de La Ciudadela, las vienen preparando. En primer lugar, le harán saber a Grondona y a los directivos de Santa Mónica los graves problemas que se pueden generar en el viaje que realizarán ambas hinchadas a Catamarca. También dejarán en claro que ellos no tienen manera de prometer que los simpatizantes tengan un comportamiento ejemplar en la ruta. En otras palabras, no darán garantías de que el clásico se desarrolle en paz.
Los directivos también quieren preguntarles a los organizadores qué se necesita para que el clásico se quede en la provincia, por más que Catamarca tenga todos los derechos. Les interesa determinar con exactitud cuál será el costo del cambio de escenario. Cuando tengan la respuesta, la traerán para que sea analizada y allí definirán si contarán o no con el apoyo oficial.
Si desde la Casa de Gobierno les dan el OK, deberán afrontar otra dura misión: convencer a la AFA y a Santa Mónica de que la seguridad está garantizada. Y en este tema no hay margen para el error. Si se generan problemas, el escándalo puede ser mayor al papelón que signifique jugar un clásico tucumano en Catamarca.