Los políticos parecen haber decidido que sus actos y sus palabras serán -cada vez con mayor frecuencia- como dos líneas paralelas que nunca se unen. Están quienes dicen una cosa y, en los hechos, hacen otra y quienes muestran una imagen, pero por lo bajo se pronuncian en contra de sus propios actos. Parece contradictorio, pero es la realidad en la que se mueve la política argentina actual, en la que los gestos son importantes y ocultar lo que realmente se piensa es tan valioso como ostentar un par de ases en una partida de póker. Ejemplos de la falta de coordinación entre lo que se dice y lo que se hace abundan en la tierra natal del papa Francisco. El hecho que la Presidenta haya viajado a Roma a ver la asunción de Jorge Bergoglio ya es toda una muestra de esta dicotomía: Cristina siempre defenestró al cardenal de Buenos Aires, pero no dudó en trasladar su cuerpo hacia Europa aún a costa de dejar su ideología en la Casa Rosada.
En Tucumán, la guerra de los gestos también es notoria. Que Domingo Amaya y José Alperovich recorran calles e inauguren obras juntos es tan falso como decir que 2x2 es igual a 5. Se muestran unidos para la foto, pero por lo bajo ambos bandos operan uno contra otro. Lo hicieron en el Concejo Deliberante (se enfrentaron ¡por una ordenanza para poner mesas de ping pong en plazas!), en las calles (cuando algunos municipales salieron a cortar calles, se dice, con la anuencia de la Casa de Gobierno) y en privado (con reuniones que referentes amayistas mantienen con referentes de la oposición). Lo único que los mantiene unidos es el pedido presidencial de que trabajen juntos en las elecciones de octubre.
"La Ley Azucarera es un fracaso", dijo días atrás, sin tapujos, un encumbrado funcionario. "Pero si ustedes impulsaron la norma y convocaron a todos los factores involucrados para que la avalen", le apuntó un interlocutor. "Era necesario mostrar acción en un tema delicado para nuestra economía, pero como están dadas las cosas, poco servirá la ley para controlar el mercado informal y para mejorar los precios", explicó el hombre del Poder Ejecutivo. Así, dejó en evidencia que se movilizó hasta al Poder Legislativo para impulsar una iniciativa que se dijo públicamente era fundamental para Tucumán, pero que -por lo bajo- se acepta que no servirá de mucho. Quizás por estas "señales" de los gobernantes, los ruralistas decidieron jugar con armas similares. Las entidades que integran la Mesa de Enlace arrancaron el año advirtiendo que la situación del agro es crítica y que muchas medidas oficiales tienen que ver con esa realidad adversa. En los hechos, mostraron su preocupación y pidieron ayuda. Nada más. Pero, por lo bajo, una organización de productores de peso e influencia nacional organiza una suerte de lock-out silencioso y sin presencia en las rutas. Su idea es que las arcas del Estado sientan el hambre que produce no contar con las divisas que generan "yuyos" diversos.
Universitarios y opositores tucumanos ejecutan también el libreto del hablar "en blanco" y actuar "en negro". Los primeros buscan la forma de disimular su dependencia económica con el kirchnerismo y la consecuente entrega de parte del poder de la UNT a los "compa" de La Cámpora. Los partidos de la oposición, en tanto, continúan escondiéndose las cartas entre ellos y ejecutando la estrategia del "todos tendrán algo", cuando en realidad el más poderoso del grupo -la UCR- sabe que los números ganadores son pocos y los tienen ellos. El problema es que no lo dirán hasta que la fecha de presentación de candidaturas esté por vencer. Tal será la sorpresa que se llevarán algunos aliados y otros correligionarios que la coalición quedará más dividida que los K y los anti-K en torno de la figura del Papa argentino.