Los restos de los cables del Telégrafo Argentino, redes de comunicación de dudoso origen, televisión, electricidad, teléfono y otros tendidos imposibles de identificar se unen en postes comunes, se cruzan por una ventana, cuelgan, se tensan, se agarran cual enredaderas a una cornisa y enmarañan el cielo de diferentes zonas de San Miguel de Tucumán. En otras cuadras más despejadas, como algunas peatonales, los vecinos o turistas tienen el privilegio de mirar las nubes sin la intromisión de unas líneas negras que las atraviesen.
En 2007, nuevas normas municipales sirvieron de impulso para que se realizara una tarea de limpieza del espacio aéreo. Esta acción no implicaba la realización de conexiones subterráneas. Con el tiempo, la proliferación de edificios y nuevas obras de envergadura acrecentaron la contaminación visual.
Detrás de un gran conglomerado de cables está la ventana de Carlos (pidió que no se publique su apellido). Cuando sus hijos van a visitarlo tienen que conformarse con leer un libro o entretenerse con un juego de mesa alumbrados por la luz eléctrica. Sucede que la persiana no puede abrirse del todo porque se lo impide un grueso trenzado de cables. "En realidad, lo que más me preocupa es una caja que cuelga desde hace años a un costado de la ventana", señaló el vecino de calle Córdoba.
Contaminación y arte
Además de ser un problema estético, la proliferación de cables en la vía pública también pone en riesgo la seguridad de los peatones. Por este motivo, el concejal José Luis Avignone elaboró en 2006 una ordenanza en la que se otorgaba a las empresas públicas y privadas un plazo de 60 días hábiles, desde la notificación, para concluir con la erradicación del cableado aéreo que no se adecuara a una ordenanza previa (n° 2.114/94). Esta norma fue aplicada en el radio comprendido entre San Lorenzo a Corrientes; y La Rioja (luego Catamarca) a avenida Avellaneda (luego Sáenz Peña). "No creo que se haya cumplido en su totalidad. Creo que hay una falta de control", indicó a LA GACETA el integrante de la comisión de Obras Públicas del Concejo Deliberante.
Según un relevamiento que hizo nuestro diario, en el área anteriormente nombrada las cuadras más afectadas por la proliferación del cableado aéreo son Monteagudo al 300 y Balcarce al 300 (a unas dos cuadras del Concejo Deliberante). Fuera de este radio los cielos se tejen con mayor asiduidad, los frentes de las viviendas y comercios alojan -de manera indiscriminada- cajas distribuidoras o cubren parte de la fachada con un ramillete de cables de televisión y hasta de alta tensión. Atilio Belloni, subsecretario de Obras Públicas de la Municipalidad capitalina, explicó que desde hace años intervienen en diferentes sectores de la ciudad para reordenar el espacio aéreo.
"A pesar de que existe la ordenanza nunca lo implementamos como una exigencia. Lo convinimos con las empresas para que los vecinos no se queden sin servicios (la mayoría de esos cables son de telefonía o televisión)", comentó Billone.
Por otra parte, indicó que dentro de un mes lanzarán en el área central de la ciudad tareas de despeje del cableado, y que ya se acordó un plan de trabajo con las prestatarias de cable y telefonía. Será dentro de las avenidas Alem (luego por Mitre), Sarmiento, Avellaneda (luego Sáenz Peña) y Roca. Por último, Belloni exhortó a los vecinos a que denuncien si sus aberturas están obstruidas por cables o si no se cumplen con las ordenanzas. Deben dirigirse al Departamento de Control Urbano de la Municipalidad.
La sobresaturación de los cables atenta contra la belleza del espacio urbano, pero también puede llegar a ser un elemento inspirador. Como le resultó al fotógrafo tucumano Julio Zavalía. En una muestra presentó su trabajo "Itinerancias". Allí los alambres, los manojos de cables y las líneas telefónicas conforman un grafismo delicado, sutil, minimalista. Fotografías convertidas en grabados.