Creador de famosos e inolvidables personajes como Anteojito, Hijitus, Larguirucho, Neurus y Petete, Manuel García Ferré falleció esta mañana a los 83 años. LA GACETA Literaria lo entrevistó por última vez el 15 de julio del año pasado, donde el historietista hizo un repaso de su vida y cómo nacieron sus personajes más conocidos.
-¿Cómo fue su infancia en la España de los años 30?
-Fue muy dura la Guerra Civil española; mis primeros años fueron difíciles por diferentes circunstancias. Tenía mucho miedo por una España convulsionada. Por haber vivido períodos muy difíciles, el ser humano tiene que luchar para salir adelante y ver la parte positiva de la vida. Le cuento una anécdota: en esa época en España no había juguetes; entonces yo me hacía mis propios juguetes. Una habilidad surgida de la necesidad de jugar. Luego tomé conciencia de que los grandes medios de comunicación deben formar al niño y darle imaginación, fantasía y ser coherentes en su formación. Se debe tener en cuenta el "Sermón de la Montaña": no quieras para los demás lo que no quieres para vos. Cada uno de nosotros es un personaje en la vida; hay muchos Neurus, Cachavachas y Larguiruchos.
-¿Cómo y cuándo realizó su primer dibujo?
- Trabajé con Constancio C. Vigil, autor de los libros UPA, Misia Pepa y otros. En el año 1952 surgió Oaky, y luego Anteojito y Antifaz. El director de Canal 9, en el año 1963, me llamó para hacer un cómic y durante 37 años estuvo primero en ventas. Me dio muchas satisfacciones, y de pronto me convertí en empresario. He sido editor y director de cine, pero en el fondo me considero un dibujante. Para mí el arte es uno solo. Cuando veo que Leonardo Da Vinci era dibujante, pintor, arquitecto, pienso que esa multiplicidad era posible porque llevaba consigo el "sentido común". Mi madre siempre me decía "Dedicate medio día a lo que te gusta y la otra mitad a lo que te pide la sociedad".
-Una de las cosas que me llamó la atención es que la mayoría de sus personajes tienen la terminación "us", como Hijitus o Pichichus. ¿Por qué?
-Cuando estudiaba el bachillerato en España, cursaba latín y no me gustaba. Aprendí de memoria las traducciones de Cicerón y dije "un día me voy a vengar". Por eso los bauticé a mis personajes Neurus, Hijitus o Pichichus. Las voces las hacían el locutor de radio Pelusa Suero, un gran colaborador, y Néstor Córdoba.
-Hay una doble lectura social en sus creaciones. ¿Esto es deliberado o espontáneo?
-Creo que debe ser espontáneo porque vivo la realidad en cada lugar del mundo donde estoy. Entonces, posiblemente, en cada situación hay un reflejo de la realidad. Pero siempre pensando en el humor.
-Los niños de la década del 60 o 70 éramos bastante diferentes a los actuales. ¿Cómo ve ese cambio?
- Tienen muchas diferencias. Hoy se le dan al niño diferentes ofertas por televisión e internet; tiene un bombardeo de información y así no es fácil que alcance en el momento adecuado la madurez. Los sentimientos del chico siguen siendo la nobleza, el buen gusto; las virtudes no cambian a través del tiempo. Siempre va a existir la lucha del bien y el mal, Cachavacha contra Hijitus. Hoy en día, el niño tiene más información que el niño de hace 30 años. En mi época no teníamos pelota de fútbol y la armábamos con las manos y la imaginación.
-¿Cuál es el legado que nos deja Manuel García Ferré?
- El sentido común. LA GACETA