El fútbol, a veces, se caracteriza por ser una profesión ingrata. Son pocos los agraciados que disfrutan del buen vivir mientras brillan con la pelota, su mejor amiga, y recuerdan aquellos años de lucha constante por sobrevivir en una jungla no apta para cardíacos. El fútbol es para todos, sí, pero no cualquiera sabe reponerse a la adversidad cuando ésta toca la puerta de la desdicha, y se abre. Alfredo Carrizo sabe mucho del tema, conoce como tanto otros lo que es verla pasar de lejos y no poder hacer nada al respecto para atrapar la gallina de los huevos de oro. A la inversa de varios de sus ex compañeros del Sub 17, "Bambino" forjó de adelante hacia atrás su carrera. "Me llegó todo muy rápido, de chico. Me fui a vivir a Europa, a Italia, dos años, y después volví. Sin siquiera haberme hecho una prueba, Racing me fichó". Hasta ahí, todo lindo, redondito.
El regreso del ex Sportivo Guzmán al país parecía un paso adelante no un declive total. La "academia" lo adoptó, lo entrenó y forjó durante cinco temporadas. Todo un campeonato ganado -moralmente hablando- lo de Carrizo, que se codeaba en el Sub 17 de Hugo Tocalli con Ezequiel Garay y Lucas Biglia, entre otros, dos de los seleccionados por Alejandro Sabella que hoy juegan en el team de Messi. También compartía Carrizo sensaciones con Oscar Ustari. "Ya era 'el Ustari' de Independiente, con nombre propio y tamaño de figura", recuerda, "Bambi" en la charla con LG Deportiva en el playón del estadio Monumental de Atlético.
De haber volado a Marte, Alfredo hizo marcha atrás, una regresión, hasta toparse con la tierra, con la realidad del golpe de nocaut. Lo dejaron afuera en la "acadé" y empezó a deambular. "Estuve por equipos del Argentino B, de la Liga... Por suerte, Atlético me abrió las puertas, me vino a buscar", cuenta el mañana carrilero por derecha titular del "decano" visitante del pergaminense Douglas Haig.
Dentro de su historia con final de presente feliz, hay otra de reveses. "Me vine a probar/ofrecer dos veces y por distintos motivos no tuve la suerte de quedar. Fue con Jorge Solari y con Salvador Mónaco, para el equipo de la Liga". Carrizo llegó tarde, según confiesa a sus presentaciones en Atlético. "Ya tenían todo armado".
Lejos de ser un conformista, "Bambino" le saca provecho a esta tajada. "Jugar ahora es un premio al esfuerzo. Se termina mi primer año (de tres) de contrato con Atlético y me gustaría seguir por lo menos un año más, para ver si consigo mayor protagonismo", dice el volante de 27 años, y se ilusiona: "necesito continuidad. Me costó muchísimo llegar. Mi sueño siempre fue jugar en Atlético, se me dio la posibilidad a los 26 y ahora mi meta es lucharla", jura este chico de corazón celeste y blanco. "En casa somos todos hinchas del 'deca'", jura.
"Quedan cuentas pendientes, sí, pero lo principal es ser perseverante. Hay veces que te toca a los 18, otra a los 20, 25 o 28. Nunca es tarde". El mensaje del gigante es claro: el fútbol no es para los débiles, de lo contrario, el debería estar retirado o deprimido por ver a sus ex compañeros de Selección en Europa. No los ve lejos, tampoco. "Lo tomo como que son cosas del fútbol. Quizás si no estoy allá es por que no era mi momento. Y mi momento hoy es Atlético y para mí jugar mañana es como un pequeño premio a no haber bajado los brazos, cuando Racing me dejó libre".