RÍO DE JANEIRO/SALVADOR DE BAHÍA/BELO HORIZONTE.- Unas 15.000 personas manifestaron ayer en las cercanías del estadio de Salvador de Bahía donde la selección de fútbol del Brasil venció a la de Italia por 4 a 2, en el marco de la muy cuestionada Copa Confederaciones.
Las marchas alcanzaron también otras 10 ciudades, con mucha menos participación que en convocatorias anteriores; sólo hubo incidentes de importancia con la Policía Militar en Belo Horizonte, donde se reunieron 65.000 personas durante el partido entre México y Japón. En Río de Janeiro, se sembró la famosa playa de Copacabana con 500 pelotas de fútbol para repudiar los gastos estatales en deporte y para exigir más presupuesto en salud, educación y seguridad.
Según una encuesta publicada ayer por el diario Folha, la mitad de los manifestantes en San Pablo consideró a la corrupción como su principal preocupación. En segundo lugar, con el 32% de opiniones, figuró el aumento del precio del transporte, motivo de las primeras manifestaciones.
La presidenta, Dilma Rousseff, intentó calmar la situación en la noche del viernes, con un discurso por cadena nacional en el que convocó a un "gran pacto" a los gobernadores y a los líderes de las protestas, basado en tres ejes: la elaboración de un plan nacional de movilidad urbana que privilegie el transporte colectivo; la asignación de la totalidad de las regalías petroleras a la educación, y la contratación de médicos extranjeros para ampliar la atención de la salud.
"Debemos aprovechar el vigor de las marchas para producir más cambios que beneficien al conjunto de la población. Precisamos de todas las contribuciones, reflexiones y experiencias. Ni el Gobierno ni la sociedad pueden aceptar que una minoría violenta y autoritaria destruya el patrimonio público y privado", dijo.
Rousseff aclaró que el alto costo que demanda las obras y la organización del Mundial de Fútbol 2014 (ver "Pese...") no saldrá del erario. La FIFA confirmó su realización en suelo brasileño y reafirmó ayer su colaboración con el Gobierno para garantizar la seguridad. A su vez, el Comité Olímpico Internacional aseguró que no peligra la celebración de los Juegos de 2016 en Río.
El mensaje de Rousseff recibió críticas. "Nos preocupa que no haya mencionado la necesidad de que las fuerzas policiales no cometan abusos de poder", se quejó Carlos Costa, fundador de la ONG Rio de Paz. El senador, Álvaro Dias, del Partido de la Socialdemocracia, aseveró: "son palabras sueltas dichas al viento, debería reducir el número de Ministerios de los 39 actuales a 20".
En la capital carioca, un grupo del flamante movimiento Ocupe Delfim Moreira (nombre de una lujosa avenida en la playa de Leblon) acampa desde el viernes cerca de la casa del gobernador, Sergio Cabral. "Es una ocupación simbólica. No esperamos encontrarlo ni abordarlo", aclaró el estudiante Juan Petro Menezes.
Posición del Vaticano
El Vaticano "sigue con atención lo que está sucediendo en Brasil", admitió escuetamente Ciro Benedettini, subdirector de la sala de prensa de la Santa Sede. El papa Francisco tiene previsto visitar el país entre el 23 y el 28 de julio con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, oportunidad en la cual tiene previsto celebrar varias actividades públicas, como una misa a cielo abierto.
El presidente de la Conferencia Episcopal de Brasil, cardenal Raymundo Damasceno Assis, afirmó que los preparativos de la visita del Papa no serán alterados por las protestas. "Esperamos que todo se dé de manera calma y tranquila y que los jóvenes que vendrán de todo Brasil y de otros países se sientan bien acogidos y puedan pasar esos días sin trastornos. La violencia aparta al turista", afirmó.
Assis señaló que los reclamos "gritan contra la corrupción, la impunidad y la falta de transparencia en la gestión pública, y hacen renacer la esperanza". (Télam-DPA-Reuters)