BUENOS AIRES.- La revista Noticias lo había anunciado en una edición de julio, pero el diario Perfil.com lo puso ayer entre sus titulares. Es que César Santos Gerardo del Corazón de Jesús Milaniva a seguir siendo por unos cuantos meses más, noticia.
El diario on line informa sobre una reunión, en el despacho del jefe del Ejército, con cinco uniformados, dos de ellos coroneles, que miraban desconcertados cómo el general Milani caminaba con los labios fruncidos de una punta a otra de su despacho, mientras planificaba cómo escapar del campo minado en que se convirtió su vida, después de que se lo acusara de presuntos delitos de lesa humanidad y enriquecimiento ilícito.
El silencio se rompió cuando el general lanzó un anuncio: "Yo me voy a la mierda, pero me pongo a hacer política". Y comité no le falta: en Cosquín ya tiene una unidad básica que lleva el nombre de su padre "Don César Milani", con dos gigantografías de Evita y de Cristina Kirchner. El jefe del Ejército no había tenido un buen fin de semana. Un día antes su esposa le había pedido que renunciara. Pero no fue este reproche lo que impulsó al general a "gestionar" su pase a retiro, sino la estocada que le dio el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) que preside el periodista Horacio Verbitsky.
Ese día, el CELS emitió un lapidario informe que vincula al general con la desaparición del conscripto Alberto Agapito Ledo, en junio de 1976. También menciona el caso de Ramón Olivera, quien denunció a Milani ante la Justicia de La Rioja por haber participado en la detención y tortura de su padre.
"La Presidenta no aceptó su renuncia y lo respaldó, pero sabe que le van a querer cortar la cabeza de todos lados", confió a Perfil, un oficial de su círculo íntimo. Con el apoyo de Cristina, Milani cree que puede resistir en su cargo hasta fin de año y después estaría "convencido" de salir a la arena política. "El cree que es Perón, no es joda. Lo dice en serio", aseguró la misma fuente del diario on line.
Aunque los allegados al general lo nieguen, el Ejército está dividido. Un importante grupo de coroneles lo mira con desconfianza; otros se quejan en voz baja por la "politización" de la fuerza y desconfían a partir de su último discurso, cuando dijo: "Señora Presidenta.....sabemos que nos va a ayudar a recuperar nuestras capacidades disuasivas y a formar parte del proyecto nacional". En un brindis, un grupo de allegados le advirtió sobre las consecuencias de su discurso. "El general está encerrado en un laberinto, pero no es Simón Bolívar, tampoco Juan Domingo Perón", destaca Perfil.com.