Real Madrid adquirió el pase de un futbolista inglés llamado Gareth Bale en 90 millones de euros. "Es un buen jugador, pero los números me parecen casi una falta de respeto para el mundo en general", opinó Gerardo Martino, entrenador de Barcelona.
El apunte de "Tata" Martino, un entrenador mesurado que no suele hablar de más (de la escuela de Marcelo Bielsa para más datos), provocó una polémica. Las voces a favor subrayan que en un país en crisis como España, con millones de desocupados y servicios esenciales que se caen a pedazos, gastar esa fortuna en un futbolista es una obscenidad. Desde la otra vereda tachan a Martino de hipócrita, teniendo en cuenta que Barcelona pagó 57 millones de euros por Neymar hace un par de meses. Y que el propio "Tata" embolsa cinco millones anuales de sueldo.
En un artículo publicado ayer en "Olé", Martín Caparrós se pregunta: ¿cómo sería un mundo sin fútbol? Cita un trabajo del intelectual británico Terry Eagleton, quien planteó la lisa y llana abolición del fútbol profesional. "Si todos los cerebros de la derecha buscaran un truco para distraer al pueblo de la injusticia política y compensarlo por sus vidas de mierda, la solución siempre sería la misma: fútbol. Nadie nunca soñó una forma mejor de resolver los problemas del capitalismo..."
Los debates son apasionantes y necesarios, y a medida que se avanza en ellos las posturas dejan de ser descabelladas. Vale apuntar que el respeto al mundo se perdió desde hace rato, y no sólo desde el fútbol, ex hermoso deporte devenido en negocio desmadrado. Pongamos el foco en nuestro país, un ejemplo de que en materia de fútbol siempre se puede estar peor, y desde todo punto de vista: acá se mata, se roba, se defrauda, se improvisa y se maltrata en nombre de la inocente y querida pelota.