Al estallar la Guerra del Paraguay, partió al teatro de operaciones el contingente de Tucumán, el 8 de agosto de 1865. Las damas de la ciudad entregaron una bandera bordada al "Batallón Tucumán". Su primera escala fue en Santiago del Estero, hasta donde marcharon a pie: allí se compraron caballos y se unieron al batallón santiagueño. Quedaron a cargo del coronel José Segundo Roca, padre de Julio Argentino, Ataliva, Celedonio, Rudecindo y Marcos Roca, quienes estaban ya en el frente.
Expresa Miguel Angel de Marco que se inició entonces "una larga y penosa marcha, plagada de inconvenientes y deserciones, por lo que el cuerpo llegó bastante reducido a Santa Fe". Desde allí, Roca escribió a su cuñado Marcos Paz, vicepresidente de la República.
Esperaba los vapores para embarcar a la gente. "Estoy cansado de tener desertores, por lo que tengo a la tropa siempre vigilada: el contacto con los santiagueños ha desmoralizado a nuestros soldados". Decía esto porque el contingente de Santiago se había amotinado y disuelto en gran parte en el trayecto. Agregaba que "al entrar y salir del Chaco he tenido 30 (desertores), pero en la frontera de esta provincia han tomado 15. En la de Santiago, en que no pueden escaparse ni los pájaros, no han aprehendido ninguno".
A juicio de Roca, el segundo jefe, comandante Lucas Ibiri, era "un borracho incorregible". Pero los oficiales, "son jóvenes de excelentes calidades y tienen deseos de adelantar, pero no tienen maestros. Yo ya estoy muy viejo para estudiar y enseñar". Tras varias peripecias, el Batallón "Tucumán" llegó a destino el 31 de diciembre y quedó a órdenes del comandante José A. Casanova.