El cuerpo de Gonzalo Augier fue hallado ayer al mediodía por efectivos de la División Lacustre de la Policía provincial, luego de una frenética búsqueda.
El joven había desaparecido el miércoles 1, cuando se tiró al agua desde el muelle para desenganchar una boya que se había trabado, a unos 25 metros hacia el centro del lago.
Por causas que se tratan de establecer, el cuerpo de Augier se hundió y nunca más se supo de él. En ese momento estaba pescando junto a su padre, Juan Carlos y un sobrino de 13 años. De inmediato, sus familiares dieron aviso a la policía del lugar, que a su vez se comunicó con la División Lacustre de la fuerza de seguridad.
Trabajo denodado
Un equipo de seis personas al mando del comisario Mario Herrera, jefe de la sección y bajo la supervisión del comisario Néstor Osores, comenzaron un rastrillaje para dar con Augier. Como se prevé en estos casos, se utilizaron cuatro equipos de buzos, que en forma incansable buscaron por el lugar, pero a los tres metros de profundidad no había visibilidad. Ante esta situación, más la desesperación y angustia de los familiares, Herrera ordenó utilizar los ganchos hasta lo más profundo ( unos siete metros) del lago.
El muchacho, oriundo de la localidad de Santa Lucía, hacía medio año que se había mudado a la provincia de Córdoba. Allí estaba trabajando como herrero en una empresa que se dedica a la venta de matafuegos. Augier había decidido afincarse en la ciudad mediterránea junto a un hermano, su concubina y sus dos hijos, de seis y un año.
El deseo
Julio, un tío de la víctima, había comentado mientras se realizaba la búsqueda, que Gonzalo había venido a Tucumán a pasar las fiestas junto a sus familiares y que uno de los mayores deseos que tenía era “ir a pescar a El Mollar”. Era su hobby y lo realizaba desde pequeño.
Por ese motivo, su padre complació su deseo y ese miércoles primero de año salieron temprano de su casa y pasadas las 11 llegaron al Dique la Angostura. Todo estaba preparado para que sea un “día más de pesca”, pero el destino cambió radicalmente la vida de los Augier.
El final poco feliz
La búsqueda concluyó ayer a las 12, paradójicamente 72 horas después que se había perdido el muchacho. Uno de los ganchos logró subir a superficie el cuerpo de Augier. “Es una sensación de dolor mezclado con alivio, porque este chico tendrá su velatorio y podrá descansar en paz”, reflexionó el comisario.
En medio de los llantos y la desazón, los familiares de la víctima agradecieron a la Policía Lacustre por la labor desempeñada.
Según comentó Herrera, “los familiares, a pesar de la situación, se mostraron tranquilos y con temple en todo momento”. A lo mejor su experiencia en este tipo de casos lo llevó a reflexionar: “muchos pensamos en esa frase que dice ´a mi no me va a tocar´, pero siempre hay que estar preparado”, finalizó.