SALTA (Enviada especial Irene Benito).- Viajó hasta la capital de Salta para promover la mediación penal, mecanismo de solución de conflictos que evita el enjuiciamiento y permite llegar a la paz por otros medios. Por ende, no podía sino esperarse que Elena Highton de Nolasco, vicepresidenta de la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN), declarara su repudio a la ola de linchamientos que tiene al país en guardia. “El ataque hasta la muerte de un delincuente es un homicidio violento, sangriento y en masa”, definió ayer en una ronda de prensa en el auditorio de la Ciudad Judicial salteña.
“No hay proporción entre el robo o el hurto de una cartera y un linchamiento colectivo que termina en homicidio. No creo que esto ocurra por falta de justicia”, añadió la ministra que este jueves participó en la apertura del “II Taller de fortalecimiento de las prácticas restaurativas en mediación penal comunitaria”, actividad destinada a jueces de Paz del NOA y de Cuyo. “Los linchamientos revelan que la gente está enloquecida y violenta, y se contagian unos a otros. Yo no sé por qué se está alentando esto como si fuese una conducta buena: la incitación a la violencia es muy negativa”, añadió.
Highton de Nolasco negó que la explicación del fenómeno esté relacionada con un estado de Derecho endeble: “los ciudadanos se juntan y se dan ‘manija’, y sacan la violencia que parece que todos llevamos adentro. Hay quienes dicen que, como la Justicia no funciona, es necesario hacer justicia por mano propia. Pero ese razonamiento implica regresar a las cavernas”.
La cárcel “no paga”
En cuanto a la mediación penal, que está vigente en Salta para los delitos leves a partir de la última y reciente reforma procesal (en Tucumán sólo van a mediación los asuntos de Derecho Privado), Highton de Nolasco manifestó que la resistencia principal proviene del sector que considera que hay que matar a todos los delincuentes o encerrarlos para siempre.
“Pero la solución pasa por mejorar la convivencia, cosa que puede lograrse por medio de la mediación penal”, reflexionó. Y añadió que la posibilidad de mediar no tiene tanto que ver con evitar la saturación de las cárceles sino con gozar de una sociedad más pacificada.
“Los establecimientos carcelarios están colapsados en todo el mundo. Parece que la política de crear cárceles no ‘paga’ o no da réditos a los gobernantes. Nadie construye cárceles en ningún lado y siempre hacen falta más”, criticó.
La vicepresidenta de la Corte de la Nación evitó referirse al anteproyecto de reforma del Código Penal (redactado con la supervisión de su par Eugenio Zaffaroni), y dio a entender que una propuesta de este tipo podía cambiar muchísimo entre su presentación y su tratamiento en el Congreso de la Nación.
También expresó que este tipo de enmiendas procuran modernizar la legislación y volver a otorgarle armonía, sobre todo en el caso del Código Penal. “Cada reforma parcial desarma el sistema”, opinó.
Luego expresó que la inseguridad no mejoraba por el hecho de aumentar las penas y afirmó que estas debían ser proporcionales a la gravedad del delito. E insistió con su ejemplo-muletilla: “no es lo mismo el homicidio que el hurto de una cartera”.