Un grupo de obreros trabaja en los alrededores de un andamio. Jóvenes ataviados con delantales atraviesan la nube de polvo blanco que generan. Nadie se queja; al menos, en voz alta. Es que, sin dudas, el edificio en el que funciona la Facultad de Bioquímica, Química y Farmacia necesita mantenimiento permanente para no venirse abajo. La cuestión edilicia es fundamental en esta unidad académica. Alumnos y docentes la consideran una prioridad, más si se tiene en cuenta que en la ex Quinta Agronómica se está levantando una nueva sede. Lo que todos lamentan es que la mudanza parece aún lejana.
Bioquímica es una de las facultades a las que se considera “cerrada” (la otra es Ciencias Exactas). Es decir, se presentó una sola lista. Por eso, no hay dudas de que el viernes la actual decana Silvia González será reelecta en su cargo. Durante una entrevista con LA GACETA, esta doctora en Bioquímica había confirmado que una de sus preocupaciones era resolver la cuestión edilicia. De todos modos, había advertido que no iba a ser un proceso rápido.
“Es necesario hacer algo urgente con las aulas. Los pupitres no son suficientes y muchas veces nos tenemos que sentar en el piso. De cada 100 bancos, por lo menos 20 están rotos”, denunció Ana Campisi, alumna de la carrera de Farmacia. Las deficiencias en el mobiliario se suman a la falta de espacio, según la estudiante.
De todos modos, las exigencias de alumnos y docentes no se limitan al edificio: la falta de insumos también los preocupa. “A veces falta material para trabajar en los laboratorios y se terminan reemplazando algunas prácticas por otras, porque no tenemos reactivos. Los profesores nos enseñan los procedimientos correctos, pero cuando vamos al laboratorio terminan diciendo: ‘vamos a hacer las cosas de la manera incorrecta, porque no contamos con los elementos necesarios para hacerlo bien’”, se indignó Betsabé Garolera, estudiando de Biotecnología.
Las mamás también esperan que las nuevas autoridades las escuchen. Isis Coronel estudia Biotecnología y tiene un bebé de 11 meses. Lo llevó a algunas clases teóricas, pero cuando debe asistir a laboratorio no le queda otra opción que buscar con quién dejarlo. “Sería muy importante la instalación de una guardería. A muchas mamás no les queda otra que dejar de cursar, porque no tienen quién les cuide a sus hijos -explicó-. Y este no es solo un problema para las alumnas. La guardería les vendría muy bien a muchas docentes que son mamás”.