Parece mentira, pero ya pasó un mes desde que se fue; desde que Concepción, y en especial Huirapuca, perdieron a uno de sus ilustres. Se llamaba Alejandro Molinuevo, pero con decir “Chichí” era suficiente. Porque pertenecía a esa raza de hombres destinada a perdurar en la memoria de los otros. Como se dice, nadie muere mientras esté vivo su recuerdo.
Resumir con justicia una vida llena de logros y actividades como la de “Chichí” es una tarea destinada al fracaso. Pero se puede resaltar el ejercicio de la abogacía durante muchos años, en los que se ganó el respeto y el reconocimiento profesional de toda la provincia, al punto de ser distinguido como “decano” en el Centro Judicial de Concepción. Al mismo tiempo, se destacó en el deporte como jugador y entrenador del equipo de básquet de “Huira”, integró Concepción FC, y jugó pelota a paleta en la Sociedad Española. También brilló como dirigente en Huirapuca, del que fue presidente, en la Liga Tucumana de Fútbol del Sur y en la Federación Tucumana de Automovilismo Deportivo. Su amistad íntima con Nasif Estéfano, a quien acompañó en varias pruebas de Turismo Nacional, dio pie a muchas anécdotas inolvidables, como aquella en la que “El Turco” , en plena carrera, le pidió que encendiera la radio para escuchar música. “Una vez, mientras iba corriendo, lo vio a mi viejo y se paró a comer asado con nosotros. Eran muy compinches”, cuenta su hijo Alejandro Molinuevo, entrenador del “viento del sur” y de la “naranja”. Hoy a las 20 se hará una misa en la Catedral de Concepción para recordar al inolvidable “Chichí”.