Toda elección deja vencedores y vencidos; entre los candidatos -que ponen la cara en la campaña- y entre los que, desde bambalinas, apuestan por unos u otros, o digitan operaciones políticas. La que ayer consagró rectora de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) Alicia Bardón no fue una excepción. De los cuatro “rectorables” -Bardón, Eduardo Coletti, Mateo Martínez y Eduardo Ruiz Pesce-, tres se fueron perdidosos. Pero algunas derrotas calaron más que otras. Es el caso de Coletti, cuyo equipo se mostraba muy confiado para lograr un triunfo.
Desde que arrancó la campaña, el “colettismo” buscó posicionarse como una opción al oficialismo rectoral, que apoyó a Bardón. Empresa difícil, porque hasta pocos días antes de que inicie el proselitismo, sus principales operadores políticos -militantes de La Pisarello, línea de la Unión Cívica Radical, cuyos principales referentes son el diputado Luis Sacca y el legislador Fernando Valdez- habían cogobernado desde el gabinete del rector saliente, Juan Alberto Cerisola, y desde el Consejo Superior.
Aunque desde el “colettismo” porfiaron en menguar la influencia de Sacca en la campaña, debieron aceptar que fue su principal operador. El diputado buscó, en vano, que no se lo vincule a Coletti. El caso de Valdez es diferente: ni buscaron despegarse de él, ni él quiso alejarse de Coletti. Su usual bajo perfil lo ayudó a pasar inadvertido, pese a que fue activo operador.
También activaron los militantes de Franja Morada (FM), que criticaron al rector porque cedió espacios a La Cámpora... aunque ahondaron sus críticas cuando esta “orga” de kirchneristas de paladar negro ya llevaba medio año en la gestión. Los “morados” argüían -con razón- que el camporismo no cuenta con representatividad en la UNT y que no seduce al alumnado: en los comicios del 23 de abril no logró ni una consejería.
Pero quizá quien más perdió en la elección de ayer haya sido el diputado nacional José Cano. Hace sólo siete meses, este había logrado un gran desempeño electoral. Hasta había vencido al alperovichismo en los conglomerados donde se asienta, en especial, la clase media; es decir, la que mayormente se relaciona con la UNT. En la casa de Terán, además, se ubica la cuna política del diputado: del gabinete rectoral saltó a la Legislatura y, de allí, al Congreso nacional. Cano no se metió desde el inicio de la campaña; pero apuró su militancia para evitar la foto que muestre alperovichistas entrando a paso victorioso en la casona de Ayacucho y La Madrid, donde funciona el Rectorado. No le alcanzó para evitar el triunfo de la candidata de los alperokirchneristas.
Celebraciones
En la otra vereda celebran. No sólo Bardón y su coequiper, José “Pepe” García. Festejó también el coordinador del gabinete rectoral, José Hugo Saab; que aunque insiste en que no busca revancha, se tomó desquite del saquismo. En 2009 fue echado de la UNT por la puerta chica; en 2010 capitaneó el sector que perdió contra Cerisola y Sacca -por entonces aliados-. Pero en diciembre, con el visto bueno del gobernador, José Alperovich, fue llamado por Cerisola. Volvió por la puerta grande y condujo al binomio Bardón-García hacia la victoria contra, nada menos, que el saquismo, que lo había corrido.
Celebró también el alperovichismo, que improvisó un búnker en el primer piso del centro Virla. Personas muy cercanas al mandatario aplaudieron los 83 votos que consagraron a Bardón: la secretaria general de la Gobernación, Carolina Vargas Aignasse, y el ministro de Salud, Pablo Yedlin.
Los militantes de La Cámpora no dejaban de sonreír. Su candidata había vencido al postulante bendecido por los “morados”. Se quedan en el gabinete, al menos por otro rato. Y celebró el sector no docente. Su líder, Ángel “Zurdo” Morales apostó por Bardón, y volvió a demostrar su poder militante.
ganadores
perdedores