Fútbol
ASÍ JUGAMOS
DIEGO BORINSKY Y PABLO VIGNONE
(Sudamericana - Buenos Aires)
El de Brasil no será cualquier Mundial. Y eso por razones de una contundencia que desautoriza abundar. La expectación se multiplica en una babel de magnitud difícil de mensurar hoy y la Selección Argentina es más que nunca, o como pocas veces, fuente de identificaciones que atraviesan de raíz una sociedad futbolera per se.
Para bien y para mal, para bien o para mal, la historia de este suelo podría narrarse de forma paralela a la historia de las epopeyas deportivas, consumadas o truncas. Pues bien, no será casual entonces que por estos mismos días florezca la literatura destinada a reponer las huellas de los mundiales, del representativo albiceleste, de Lionel Messi, de Alejandro Sabella, etcétera. Todos, hasta los menos avisados del trazo fino e incluso del trazo grueso del fascinante juego de la pelota número 5, nos sentimos atraídos por el fenómeno y alimentamos nuestros saberes o nos abocamos a febriles cursos acelerados.
En este escenario, el escenario de una agenda futbolizada al extremo (acaso al borde de la saturación, pero poner la lupa allí excedería la pertinencia de estas líneas), el libro alumbrado por Diego Borinsky y Pablo Vignone supone una contribución valiosa por donde se la mire. En principio por su perspectiva global (Así Jugamos: los 25 partidos más trascendentes de la Argentina en los Mundiales, relatados por sus protagonistas) y por extensión por su seriedad, por su rigor y por su frescura.
Hay, en el texto de marras, muchas horas de trabajo de archivo, muchas horas de sobreentendido seguimiento de viejas o no tan viejas filmaciones y muchas horas de entrevistas a unos cuantos testigos directos. Cada partido es un capítulo y cada capítulo es una historia reconstruida en los seductores lindes de la crónica a secas y de la crónica novelada. De tal suerte se van reponiendo el Waterloo del Mundial de Suecia, la expulsión de Rattin en Inglaterra 66, el dislate organizativo de Alemania 74, la polémica gesta del 78 y la redonda gesta del 86, Maradona entre el cielo y el infierno, el post Maradona jugador, el Maradona director técnico y los amargos tragos que le siguieron al subcampeonato de Italia 90 matizados con un par de victorias luminosas; pero todo, eso sí, sazonado con el inconfundible sabor de esos relatos cuyo desenlace conocemos y sin embargo nos atrapan como la mejor película de suspenso.
De cara al Mundial, Así jugamos es un aperitivo capaz de congregar al lector baquiano pero también al futbolero recién llegado o en todo caso al no futbolero al que la Selección le produce un cosquilleo especial.
© LA GACETA
Walter Vargas