En relación con el control de malezas, se observa en Tucumán una cierta homogeneidad en las prácticas. La gran mayoría de los productores realiza tres aplicaciones de herbicidas: la primera dos o tres meses antes de la siembra (barbecho químico), la segunda inmediatamente antes de la siembra y la tercera en postemergencia. Hay quienes optan también por una sola aplicación antes de la siembra y dos en postemergencia.

Para el barbecho, combinan el glifosato con otros productos: 2,4-D, metsulfurón-metil o ambos, mientras que en las aplicaciones posteriores utilizan glifosato, en general en dosis un poco menores a las usadas en el barbecho.

Sólo en el caso de aquellos productores que mantienen la labranza reducida, el número de aplicaciones se reduce a una sola de postemergencia.

Estos son algunos de los procedimientos, en general, que se observan al recorrer los campos.

“En muchos campos observamos, al recorrerlos, que por manejo de distintos productos químicos, por no rotar o por realizar manejos inadecuados de un paquete químico determinado, aparecen malezas resistentes”, comentó a LA GACETA Rural Víctor Pereyra, productor de granos de Tucumán.

“También hemos detectado que se están volviendo a utilizar agroquímicos que se usaron en campañas anteriores, y que sí atacan a las malezas resistentes al glifosato”, reconoció.

En este punto, Pereyra coincidió con las recomendaciones que, permanentemente, están acercando a los productores organismos como la Eeaoc y el INTA. “En momentos como estos adquiere gran importancia rotar los cultivos, para evitar que el monocultivo provoque un andamiaje de malezas resistentes que, cada vez, presentan mayor resistencia a una efectiva acción de los agroquímicos”, dijo.