El cierre de Brasil 2014 dará paso a las eliminatorias que clasificarán a los equipos políticos para disputar el Mundial Electoral del próximo año. Referentes del oficialismo y de la oposición vienen haciendo los calentamientos precompetitivos desde octubre de 2013, cuando el torneo preparatorio demostró que ya no existen favoritos al título y que los partidos serán tan parejos que se definirán en el último minuto.
Juan Manzur, Osvaldo Jaldo, Beatriz Rojkés, José López y Domingo Amaya arrancarán la Copa dentro de la misma llave, lo que implica que el triunfo de uno significará la eliminación del otro. Por la otra zona, así como Argentina en tierras cariocas, el radical José Cano afrontará desafíos iniciales con rivales menos complicados que, difícilmente, puedan obstaculizar su arribo a las rondas finales.
Por el sendero oficialista, el concepcionense López es a priori el aspirante más débil. En su favor cuentan los billetes públicos repartidos para la realización de obras públicas, las que le permitieron meterse en la primera fase casi por obligación. Pero, a juzgar por el potencial de sus rivales, seguramente quedará relegado apenas comience la competición oficial. En las conjeturas previas, Jaldo siempre aparece dentro del trío finalista, producto de su trabajo aguerrido como volante de contención con los “cebollitas” en el interior provincial. El problema es que el equipo del tranqueño siempre va de punto en las apuestas porque carece de una figura rutilante capaz de definir un partido. Rojkés es, desde siempre, la favorita. Como esas selecciones históricas, que por nombre y peso propio generan expectativas, aunque carezca de actualidad y hasta de equipo que la respalde. Lo suyo es el nombre impreso en la camiseta, que siempre despierta respeto. Manzur, en tanto, es el jugador con más mundiales encima. Se muestra agresivo, ambicioso y decidido a llegar a como dé lugar a las instancias definitorias. Está tan convencido de que este debe ser su Mundial que apela al juego brusco y a la táctica de desmembrar selecciones ajenas para edificar el suyo. El de Amaya es un caso aparte. Tiene la frescura de quien sueña con dar la sorpresa y colarse en la finalísima, aunque no está dispuesto a ser segundo. Su ímpetu lo lleva a pensar en grande, pero carece de un equipo competitivo que sostenga esa ilusión. En torneos tan extenuantes, los conjuntos cortos suelen quedarse al margen de las definiciones por lesiones o deserciones. La clave de su tarea puede estar en la concreción de una buena pretemporada.
La llave que le tocó por sorteo no debería despertarle mayores sobresaltos al radical Cano. El problema del opositor aparece en la confección de la lista de jugadores que inscribirá para el torneo final. El team del Acuerdo Cívico y Social carece de equilibrio. Hasta aquí, el golpe por golpe con el alperovichismo vino dándole resultados, al punto que el canismo se instaló en los pronósticos como el equipo que llegará con chances al último juego. Sin embargo, debe resolver dos cuestiones elementales para alzar la Copa. Primero, encontrar un socio ideal para su armador y así lograr un támden al estilo Di María-Messi. En soledad, a Cano ya no le alcanzará. Segundo, necesita ajustar las piezas internas: hay muchos foráneos que empujan por ser titulares e históricos radicales que le advierten al capitán que, a la cancha, deben entrar los que conforman el club de amigos.
No es de esperarse que haya jogo bonito en los partidos de preparación, ni mucho menos fair play entre los competidores. Ningún encuentro se definirá por goleada porque no hay más de un gol de diferencia entre uno y otro. Por el contrario, quienes pretendan jugar la final deberán prepararse físicamente para varios alargues y definiciones por penales. Lo acaba de demostrar Brasil 2014: no hay Neymar, Ronaldo ni Messi que garantice el éxito de antemano.