Hace un año que los papás de Rocío amontonaron los $ 5.500 que (en ese momento) costaba el viaje de egresados a Carlos Paz. Rocío no ve las horas de que llegue el momento y sabe que falta muy poco para acceder a ese sueño que le taladra la cabeza desde que entró a la secundaria, en una de las escuelas de comercio. Pero el objetivo de su viaje, asegura, no pasa por el sexo ni por el descontrol que prometen esos viajes: “queremos divertirnos entre amigas, pasarla bien entre nosotras. Y si alguna conoce a alguien y da para algo, todo bien, pero no vamos con la cabeza puesta en eso”. Ella menos, asegura, porque está de novia hace nueve meses.
Es viernes al mediodía y los secundarios cumplen a rajatabla con el ritual de juntarse en las plazas para ponerle punto final a la semana. Rocío está en una ronda con otras compañeras, algunas de las cuales pudieron juntar el dinero para viajar y otras que se tendrán que conformar con ver las fotos. Durante la charla que mantuvieron con LA GACETA llegó Rubén (21), un joven coordinador que las guiará a su viaje de egresados.
“Lo que yo vi en mis cuatro años de experiencia es que tanto chicas como chicos, durante el viaje, se portan más o menos igual que lo hacen acá. Es decir, si toman alcohol en Tucumán seguramente en el viaje de egresados van a emborracharse; pero si no lo hacen, no creo que vayan a probar allá”, opinó el coordinador, que prefirió no brindar su apellido. “Es que me conoce todo el mundo”, justificó. Según Rubén, los varones están más entusiasmados con el sexo que las mujeres y les piden consejos a ellos para “levantar” chicas. “Algunos van pensando en su debut sexual, en tener su primera vez allá... a veces lo logran, pero otras tantas vuelven decepcionados”, bromea.
Agustín, de 17 años y alumno de un colegio privado, sostiene otra cosa: que tanto chicas como chicos van pensando casi exclusivamente en el sexo y el alcohol. “Me parece medio estúpido pagar un viaje a Bariloche, que cuesta entre $ 14.000 y $ 16.000, para hacer cosas que igualmente se pueden hacer acá. No le veo el sentido”, opina. Él eligió no ir a Bariloche con su curso, por el costo y porque muy pocos compañeros podían acceder al viaje.
“Si te estás ‘guardando’ tanto tiempo, es una locura que vayas a perder la virginidad en el viaje de egresados, con cualquier persona... pero hay de todo. Lo que sí pasa es que a las chicas que más cortitas las tienen los padres acá, allá van a descontrolarse durante una semana, con total libertad”, agregó Sarah, compañera de Rocío.
Según Rubén, cuando las chicas se emborrachan aparecen los “caballeros” comedidos. “Hay que ser sinceros: en los viajes de egresados y a pesar de todos los controles que puedan haber, el alcohol es el eje de la diversión. Y cuando las chicas toman unas copas de más, aparecen los ‘caballeros’ que se ofrecen a acompañarlas o llevarlas al hotel... en eso los coordinadores tenemos que estar atentos, porque pícaros hay en todos lados”, señaló.