Al fanático de River no le gustará el título, pero si en vez de insultar piensa fríamente, se dará cuenta que es correcto: Boca salió mejor parado en este superclásico. Para conformarse dirá que el equipo mantiene el invicto y que sigue siendo líder del certamen. Pero la realidad indica que no el local no pudo doblegar a un rival, pese a haber jugado con un hombre más durante más de 43 minutos y no haber aprovechado un penal regalado a su favor.
Es cierto que el empate sirve para mantener el liderazgo, pero cuidado: River sumó su tercer empate consecutivo (todos 1 a 1) y la diferencia que le había sacado a varios equipos ya es casi inexistente. Y ojo: ninguno de los que vienen abajo se pueden jactar de que están protagonizando una campaña extraordinaria. Es más, algunos vienen a los tumbos.
“Me voy con bronca porque el partido no tendría que haberse jugado. Creo que nos perjudicó”, fueron las primeras palabras que emitió Marcelo Gallardo ni bien terminó el encuentro. Y el DT “millonario” no se equivocó en su apreciación. El pésimo estado del campo -en realidad fue una laguna- atentó con el juego que el entrenador le imprime al equipo. No estaba para jugar con la pelota en el piso, ni dar pases cortos, sino para apretar los dientes y tirar pelotazos. Y esa propuesta le vino bien a Boca, porque los dirigidos por Rodolfo Arruabarrena saben usar a la perfección esos recursos.
Más allá de la injusta expulsión de Fernando Gago -que limitó a su equipo-, la suerte estuvo del lado “xeneize”. Un tiro en el palo y la manera en la que Mora desperdició ese penal -también se lo puede considerar como una acto de Justicia- son pruebas contundentes. Y ojo, tampoco es creíble que con este empate Boca haya perdido toda chance de salir campeón, porque en realidad, ya había comenzado a olvidarse después de la derrota que sufrió con Racing en el minipartido disputado en La Bombonera. Así de simple.