BUENOS AIRES.- Desde hace mucho tiempo se habla de la violencia en el fútbol argentino y la manera de erradicarla. Por ahora no se encuentra el modo. Y menos aún si desde adentro del mismo campo de juego son los protagonistas los que incitan a la generación de conflictos.
El fin de semana hubo dos experimentados jugadores que no tomaron la mejor determinación y, con gestos inapropiados, generaron resquemos en las hinchadas rivales. Fueron el arquero Juan Carlos Olave en el River-Belgrano; y el delantero Ignacio Scocco en el clásico rosarino entre Central y Newell´s.
El cordobés, luego de ser insultado por los hinchas del “Millonario” no tuvo mejor idea que responder con gestos recordando su protagonismo en el descenso de los de Núñez a la Primera B Nacional en 2011.
Mientras que el delantero de la “Lepra”, luego de que el árbitro del partido no le cobrara un penal (según su apreciación), le hizo un gesto de robo (uniendo de a uno sus dedos hacia el centro de la mano) y fue expulsado.
Sin dudas repudio para ambos protagonistas, que por experiencia deberían acercar soluciones y no incitar al descontrol y enojo de los “barras”, hinchas o seguidores rivales.