La curva de noventa grados parecía simple, nosotros la veíamos de lejos, pues un referencial con unos diez pilotos nos había retrasado unos kilómetros antes. Cuando llegamos una ambulancia partía del lugar, en ella iba, ya sin vida, una de las ricas historias del automovilismo argentino en general y del TC en particular. Nasif Moisés Estéfano. Todavía nos duraba el dolor de la primera etapa, cuando perdimos a Humberto Antonio Pasciulli en la tremenda conjunción de curva y árbol.
Como veloz película, las imágenes del “Califa Chico” en un Mecánica Argentina, en un Sport Internacional, en un F-3, en un Turismo Mejorado, en un TC, ah….y con el alambre de púas en el cuello en un despiste del monoposto en el circuito del parque San Martín, en Mendoza, donde sólo tres o cuatro centímetros lo separaron de la muerte, que esta vez no perdonó.
Aimogasta, La Rioja, 21 de octubre de 1971, segunda etapa del Gran Premio que lo llevaba a su Concepción natal. Luego, los números cumplirían la justicia que no impartió el destino.
Salve, Nasif, igual fuiste el campeón.