A menudo suele ser un espejo del malestar de la sociedad, producto de la incultura, la intolerancia, la desigualdad, la falta de oportunidades, la exclusión, la corrupción, entre otras causas. Desde hace ya tiempo, la violencia se viene incrementando de un modo significativo y más que preocupante. Episodios violentos se registran con mucha frecuencia, por ejemplo, en las canchas de fútbol. Este fin de semana, se han registrado en Tucumán hechos vergonzosos.
En la cancha de San Juan, mientras se realizaba el partido entre el equipo local y La Florida, por la cuarta fecha de la segunda fase del Anual liguista, un grupo de hinchas ingresó al campo e increpó al árbitro y a sus asistentes que se dirigían a los vestuarios, al concluir el primer tiempo. El jefe del operativo pidió refuerzos y cuando estos llegaron se reanudó el segundo tiempo , que se vio demorado por más de 30 minutos. Al promediar el partido, alrededor de 200 simpatizantes del local, armados con piedras y ladrillos, atacaron a futbolistas, árbitro y asistentes, ante la inacción policial. “Hemos tocado fondo. La verdad es que temí por mi vida y por las de mis jugadores. Así no se puede seguir. Fue un milagro que no pase una desgracia. Una cosa es contarlo y otra es vivirlo”, dijo el DT de La Florida.
En el partido entre Bella Vista y Atlético Concepción también hubo violencia. La barra de los bandeños atacó y amenazó a la delegación visitante. “Cuando estábamos en el vestuario, después de patear la puerta, ingresaron entre cuatro y seis barras con armas de fuego y cuchillos. Nos dijeron que si no ganaban los ‘leones’, nos matarían a todos”, dijo el técnico de Bella Vista.
La crónica de nuestro diario consigna que en el entretiempo, un sujeto conocido como “Patada”, amenazó a todos los plateístas, incluyendo a los periodistas. Luego hubo peleas en la tribuna de los locales, donde volaron varias botellas, especialmente de cerveza, y la gresca prosiguió en las inmediaciones de la cancha.
“Ganen o mueran”, rezaba la leyenda intimidatoria que los inadaptados pintaron en una pared del estadio de Atlético el domingo por la noche. Como se sabe, el equipo decano viene realizando una baja performance en la B Nacional y puede resignar la posibilidad de aspirar al ascenso si continúa perdiendo. Un integrante de la Inimitable, la barrabrava de Atlético, negó la responsabilidad del grupo en el hecho.
En 2012, cuando a un joven lo mataron en las afueras del estadio de River, la presidenta de “Salvemos al fútbol”, una ONG que lucha para poner punto final a la violencia, repartió culpas en todas las partes involucradas: “El Estado, quien debe garantizar la seguridad de sus ciudadanos, el Gobierno porque sigue vinculado a los barras, la AFA que sigue mirando para otro lados, los dirigentes que son cómplices y encubridores de los violentos y ahora se sumó Futbolistas Agremiados que no fija postura”. Añadió que los directivos les daban entradas a los barras para que las revendieran y les permitían vender productos de mercadeo.
En Tucumán, la situación no es demasiado diferente. ¿Quién sostiene y protege a los barras bravas? Si los violentos existen en las canchas es porque algún sector los alimenta. ¿Por qué nunca se divulgan los nombres de la mafia que da de comer a estos delincuentes? El negocio debe ser muy importante para que ni siquiera la Policía ni la Justicia se atrevan a desmontar este aparato. Hace mucho tiempo que ir a la cancha ha dejado de ser una alegría; es ahora sinónimo de incertidumbre y también una posibilidad de resultar herido o de perder la vida en manos de los violentos.